«No todo el mundo vale para estar ocho horas en una cadena de producción»
El mundo laboral está teniendo un cambio de papel entre la comunidad más joven desde hace ya unos cuantos años. En la era de los 80 y 90, las personas que llegaban a la mayoría de edad y no se veían en los estudios rápidamente se adentraban en trabajos los cuales hoy en día la gente que está en la misma situación no se plantea o los que se atreven a probarlo no duran mucho tiempo. Las labores como la de obrero, mozo de almacén o técnico de producción en una fábrica son algunas de las opciones que se están quedando en desuso.
Otro de los factores a tener en cuenta es que las empresas tienden en su mayoría a hacer contratos temporales, sobre todo a esta población de la que se está hablando que se considera a la menor de 30 años. También las contrataciones indefinidas son otra recurrente que utilizan las empresas para contratar a sus trabajadores y tener una mayor flexibilidad a la hora de poder renovar la plantilla o en su otro caso reducirla. Los puestos de trabajo fijos son cada vez más un sueño que una posibilidad real, lo que causa una inestabilidad en la durabilidad de los jóvenes ya que no pueden verse a futuro en el mismo puesto en el que están y crea desconfianza haciendo que la mayoría de los trabajadores en este rango de edad no lleguen ni siquiera al año.
«Igual pasan 10 o 15 años y sigues sin ser fijo«
Mario García, trabajador de la fábrica de Nestlé en La Penilla, lleva más de siete años en su mismo puesto de trabajo y ha ido viendo como todos anualmente entran ciertos jóvenes que, al contrario de él, se acaban marchando. “No todo el mundo vale para estar ocho horas en una cadena de producción mirando como pasa el reloj” ha afirmado el trabajador. Otro punto que destaca es el hecho de que las nuevas generaciones cada vez están más formadas lo que causa un contraste con hace 40 años atrás que la gente no tenía una educación especializada y trabajaban toda la vida en una fábrica porque no tenían mayores conocimientos.
Cada año suelen entrar sobre 40 o 50 personas que cuando pasan de tres a cuatro meses y han generado unos cuantos ahorros deciden marcharse ya que ven que no hay un futuro prometedor, no hay una evolución en el trabajo y es una continua monotonía. De todos esos jóvenes que entran al año siguiente vuelven 10 porque también hay mucha inestabilidad, ha comentado García.
Los jóvenes trabajan más
El Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE) ha publicado recientemente que en 2024 hubo un descenso del 5,39% en el paro juvenil y a pesar de ello sigue siendo uno de los porcentaje más alto de la UE en cuanto al desempleo en los jóvenes.
Los contratos temporales siguen siendo muy representativos en el mercado laboral llegando a alcanzar el 58,43%. La mayoría de las contrataciones y solicitudes de empleo se concentran en trabajos del sector de servicios y ventas y también ocupaciones elementales.
«Los jóvenes que entran duran un mes como mucho«
Alternar los estudios con un trabajo es una opción muy común a la que acuden muchos estudiantes para empezar a sumergirse en el mercado laboral antes de comenzar el día de mañana a trabajar en lo que se están especializando. José Vicente García, estudiante de Magisterio y mozo de almacén de Okoru. Lleva cerca de un año desde que accedió a combinar estos dos ámbitos. “Como estudio por las tardes me puedo permitir trabajar por la mañanas y así poder comprarme mis caprichos” dice el joven. Ser mozo de almacén puede llegar a ser una labor algo lesiva y por ello la mayoría de las personas que entran al mes lo dejan y no vuelven, afirma con seguridad. “Entiendo a la gente que no quiere trabajar de esto pero no comparto esa opinión, si hay alguna posibilidad de ganar un dinero extra no tengo dudas en invertir mi tiempo y esfuerzo” concluye.
“Hay gente que entra en este trabajo pensando que solo es hablar por teléfono”
La contraparte a los trabajos de mayor esfuerzo físico como es el técnico de producción y mozo de almacén son aquellos que estás más de cara al público o a su servicio. Un ejemplo de esto es el teleoperador, como es Joaquín Fernández, que lleva tres años trabajando en ello. “Los que trabajamos aquí sabemos que no es fácil pero sí que hay gente que piensa que solo es hablar por teléfono”. Joaquín trabaja para la multinacional Yoigo la cual, según el chico, parece que está intentado mantener más a los trabajadores que cumple, al contrario de como se hacía tiempo atrás que había continuas renovaciones de plantilla donde los jóvenes eran los más afectados y eran los que tenían más experiencia lo que seguían.
La población evoluciona y ocasiona que ciertos trabajos vayan pasando a segundos planos. Las máquinas también cada vez más hacen labores que antes eran las personas los que lo hacían automatizando todo para que sea más rápido y económico. El esfuerzo físico y en ciertas ocasiones tener acciones que te puedan provocar lesiones son cosas que la mayoría de las personas intentan huir si tienen otras opciones. Por eso, trabajos como trabajar en una fábrica o ser mozo de almacén se están viendo relegados por otras labores como ser teleoperador, menos esfuerzo, menos horas de trabajo y un ambiente más tranquilo, aunque eso no significa que sea más fácil.