La otra cara de la cultura cántabra
Un paseo por la oferta artística de Cantabria más allá de los grandes cines y museos
Al pensar en la cultura en Cantabria, la mirada se va rápidamente hacia los grandes escaparates: el Centro Botín, el Palacio de Festivales, la sede asociada del Museo Reina Sofía. Todos ellos cumplen la función de acercar a Cantabria una cultura que por momentos fue inaccesible y que ahora permite a los cántabros llegar al arte sin necesidad de desplazarse a las grandes capitales europeas. Es posible, por ejemplo, estar delante de un ‘Bacon’ o un ‘Matisse’ sin salir de la región. Pero a la mirada en ocasiones se le olvida que existe otro tipo de cultura: la que se aleja de las películas comerciales americanas; la que no lee a Sally Rooney sino a José Hierro, Pereda o Gerardo Diego; la que está más cerca de nosotros y nos ayuda a entender lo que somos.
Esta diferencia en las distintas ofertas culturales que existen en la región puede apreciarse fácilmente en lo que a cine se refiere. Los dos grandes referentes en cuanto a cine independiente en Cantabria son el Cine Los Ángeles y Cines Embajadores (antiguos Cines Groucho). Mientras en los cines comerciales destacan películas como Capitán América o Blancanieves, en los dos cines del centro de Santander lo hacen El profesor de esgrima, de Vincent Pérez, o Sorda, de Eva Libertad, películas ambas premiadas en los grandes festivales de cine. Como también lo fuera Tardes de Soledad, de Albert Serra, la última ganadora de la Concha de Oro en el Festival Internacional de Cine de San Sebastián, que en Cantabria solo estuvo en cartelera en Cines Embajadores hace unas semanas. En este marco se encuentra también la Filmoteca de Cantabria, que este mes de abril proyectará películas como Corazón salvaje de David Lynch o El exorcista de William Friedkin.
El teatro, relegado siempre a un segundo plano por el gran público desde la aparición del cine, sigue formando una parte fundamental dentro de la cultura cántabra más allá del Palacio de Festivales o el Teatro Concha Espina de Torrelavega. Lugares como el Café de las Artes juegan un papel importante creando un espacio cultural que alterna música, baile y teatro. También lo hacen compañías como La Teatrería de Ábrego, una propuesta asentada en Piélagos que, a través de obras como Carta al padre (Juan Carlos Gallego) o Ainara de Gernika (Anael Bazterrica), siguen atrayendo cada mes (o al menos los que cuentan con programación semanal) a cerca de 200 personas al teatro. O la compañía La Machina, que no actúan solo en Cantabria sino a nivel nacional e internacional. Pese al éxito que les permite realizar estas giras, desde la compañía cuentan que ‘‘el teatro nunca es rentable por sí solo’’. Son más necesarias que habituales en este tipo de cultura las ayudas económicas que, como dicen desde Ábrego, ‘‘son muchas menos que en otros sectores’’.
Otro punto importante son las galerías de arte, no solo por lo que aportan al público sino por lo que galeristas y público pueden aportar a los artistas y al arte cántabro contemporáneo. Uno de los referentes es la galería Juan Silió, situada en el centro de Santander. Entre los artistas que representa, se encuentran referentes del arte actual de Cantabria como Manuel Minch, Pilar Cossío o la escultora Sara Reyes. A la galería acuden visitantes con la intención de comprar pero también lo hacen para estar al tanto de las últimas obras realizadas por los artistas que la galería representa. Además, las ventas no solo se gestionan en las visitas, puesto que las personas interesadas pueden conocer los dosieres digitalmente incluso antes de la inauguración. La afluencia de público, siempre sujeta a la popularidad de los artistas, ha aumentado en los últimos años. Algo que preocupa al público menos habitual en las galerías es no tener conocimientos suficientes como para acudir a un lugar de este tipo, pero en Juan Silió dicen recibir clientes de todo tipo: desde artistas o gente con amplios conocimientos sobre arte hasta personas que nunca han entrado a una galería.
Espacio Alexandra es otra de las grandes galerías asentadas en Santander. Situada en la calle Francisco Cubría, representan tanto artistas cántabros como artistas internacionales. Entre ellos destacan nombres de pintores y escultores como José Luis Ochoa, la sueca Vicky Kylander o el venezolano Álvaro González. Desde el 14 de marzo hasta el 25 de abril, se expondrán en Espacio Alexandra las últimas obras del propio José Luis Ochoa. El artista cántabro muestra en esta exposición una serie de cuadros paisajistas que ‘‘nos atrapan y nos dejan abandonados en el misterio de lo desconocido’’.
Fuera de la capital, se encuentra en Noja la galería Espiral, con artistas como Nacho Angulo, Carmen Anzano o Verónica Arellano. En esta galería dicen haber perdido afluencia en los últimos años, aunque también hablan de un cambio masivo por parte del público hacia las ferias de arte, a las que acuden masivamente. También hablan de un cambio en las ventas, que han aumentado gracias a una transición hacia las plataformas digitales en la red.
La Caverna de la Luz
El proyecto más independiente y alternativo es sin duda La Caverna de la Luz, una Asociación Cultural sin ánimo de lucro que desarrolla un proyecto en torno a la fotografía de autor, su difusión y su coleccionismo. Este espacio es un escaparate que se puede visitar a cualquier hora del día y que expone cada mes a un fotógrafo que aporta su visión en torno a un mismo tema propuesto cada año. La exposición de este mes pertenece a Estela de Castro. La fotógrafa, nacida en Madrid en 1978, es una retratista vinculada a los derechos humanos y a los animales. El trabajo que presenta la artista en La Caverna de la Luz lleva el nombre de Retratos de Familia está formado por una serie de retratos que forman parte de su vida y por familias compuestas por ‘‘individuos de diferentes especies’’.