“Los maquinistas de mercancías somos los últimos en prioridad, podemos estar horas parados”
En el imaginario colectivo, el tren es sinónimo de movimiento, velocidad, precisión. Pero para quienes trabajan en el transporte ferroviario de mercancías, como Adrián, maquinista en Cantabria, la realidad es muy distinta: parones constantes, noches fuera de casa, retrasos imprevisibles y un trabajo bastante solitario.
Desde su base en Muriedas, Adrián recorre cada semana la misma línea: Muriedas-Valladolid. Es la única que opera desde la residencia cántabra de Renfe Mercancías, “Hacemos solo una línea, pero es una vía única. Si hay otro tren, hay que parar y esperar. Y los de mercancías somos los últimos en prioridad, podemos estar horas parados”.
Este retraso sistemático responde a una lógica empresarial: los trenes de pasajeros deben llegar puntuales. Pero cuando hay incidencias en esa red, los trenes de mercancías se convierten en piezas descartables.
El testimonio de Adrián revela la cara menos visible del ferrocarril. “Vas solo en la cabina. Si el tren se avería, si hay que dejarlo parado por la noche, tienes que bajarte tú solo, con lluvia o lo que sea, recorrer 500 metros de vagones, poner calces, apretar frenos, asegurar el tren, y luego irte a dormir donde te toque”.


Este aislamiento es parte de la rutina. También la incertidumbre. Aunque los horarios están previstos, cualquier fallo en la carga o en la infraestructura puede retrasar la salida varias horas. A eso se suman las noches fuera de casa: “Una o dos veces por semana duermo fuera, en Palencia o Valladolid.”
Se encargan de transportar coches, cereales y materiales peligrosos pero también en ese sector la competencia con las empresas privadas se ha intensificado. “Cada vez hay más operadores privados. Algunos contratos que teníamos los hace ahora otra empresa. Nos vamos repartiendo los servicios. A veces tenemos más trenes, a veces menos”.
Futuro en viajeros
A pesar de todo, Adrián ha logrado cambiar su destino, ha sido admitido en el servicio de cercanías de viajeros. “El cambio dentro de la misma residencia se llama adscripción a gráfico. Lo pedí y me lo concedieron”.