La jornada de 37,5 horas divide a Cantabria: ¿avance laboral o lastre económico?
Según Europa Press, en Cantabria, aproximadamente 149.000 trabajadores se verán beneficiados por esta reducción de la jornada laboral. Además, la delegada del Gobierno en Cantabria, Eugenia Gómez de Diego, afirma que esta medida afectará positivamente a una gran parte de la población trabajadora de la región. Asimismo, se espera que la nueva normativa entre en vigor antes de finalizar 2025.
Para los trabajadores que actualmente realizan una jornada de 40 horas semanales, la reducción equivaldrá a media hora menos de trabajo de lunes a viernes. Si la jornada actual es inferior a 40 horas, la reducción será proporcional. Aquellos con una jornada pactada de 37,5 horas o menos no se verán afectados por este cambio. Las horas trabajadas por encima de las 37,5 semanales serán consideradas extraordinarias.
Dicha reducción ha generado un amplio debate entre trabajadores, empresarios y fuerzas políticas. La medida, impulsada a nivel estatal y aplicada en la comunidad autónoma, busca mejorar la conciliación de la vida laboral y personal sin afectar la productividad. Sin embargo, su aplicación ha generado dudas en algunos sectores económicos que alertan sobre posibles complicaciones.
Por su parte, Comisiones Obreras (CCOO) de Cantabria ha indicado que la modificación de la jornada laboral máxima tendrá un impacto significativo en la mayoría de los convenios colectivos vigentes en la región. Según CCOO, esta reducción beneficiará a casi 97.000 trabajadores en Cantabria.
El impacto en los trabajadores: más tiempo libre, pero más presión
José Manuel Colsa, trabajador del sector del desarrollo de software y marketing, explica cómo ha afectado la reducción de jornada en su empresa. «La reducción ha supuesto un cambio importante. Ahora debemos realizar el mismo trabajo en menos tiempo, lo que implica una mayor presión», comenta. Aunque su salario se ha mantenido estable, reconoce que la carga de trabajo no ha disminuido proporcionalmente. «En nuestro caso, se han reajustado las funciones y, al final, con menos horas hacemos un poco más», añade.
A pesar de valorar la iniciativa desde el punto de vista de la conciliación, Colsa advierte que puede repercutir en la capacidad de contratación de las empresas. «Cuanto menos dinero gane la empresa, menos podrá contratar. Es un efecto en cascada», señala.
La postura de Izquierda Unida: un paso en la dirección correcta
Desde Izquierda Unida en Cantabria, esta reducción de jornada es vista como un avance esencial en la lucha por los derechos laborales. Keruin Martínez, portavoz de IU en la comunidad, recuerda que su formación lleva décadas defendiendo esta medida e incluso propone reducciones aún mayores. «Hace más de 30 años que pedimos la semana laboral de 35 horas. Esto es solo un primer paso, pero debemos avanzar más», afirma.
Para IU, la clave es cambiar la concepción del tiempo de trabajo. «El tiempo que dedicamos al empleo es tiempo de vida. No se trata solo de productividad, sino de permitir a los trabajadores disponer de más horas para su familia, el ocio y el descanso», señala Martínez. Además, la formación insiste en que la reducción de jornada no debe traducirse en un aumento de la carga de trabajo de los empleados, sino en una reorganización adecuada y una mayor contratación.
Los desafíos en sectores como la hostelería
Uno de los sectores donde más se notará la aplicación de la reducción de jornada es la hostelería. Martínez subraya que en muchas ocasiones ni siquiera se cumplen las 40 horas actuales. «Si se aplica bien, fijar un tope más bajo puede ayudar a mejorar las condiciones laborales de los trabajadores», explica. Sin embargo, advierte que la inspección laboral debe reforzarse para garantizar que la normativa se cumpla y no se quede en papel mojado.
No todos los trabajadores han experimentado esta medida como una mejora. Un ex empleado del sector de la hostelería, que prefirió mantenerse en el anonimato, relata cómo su empresa optó directamente por los despidos en lugar de reajustar las funciones o recolocar a los trabajadores. «No se necesitaba tanta gente, así que simplemente nos echaron», afirma.
El trabajador señala que desconocía que la reducción de la jornada podría afectar a su puesto. «No sé si fue un daño colateral o estaba planificado», confiesa. En su opinión, la reducción de jornada no debería haberse aplicado de manera generalizada, ya que en algunos sectores, como la hostelería, puede traducirse en menos puestos de trabajo en lugar de mejores condiciones laborales. «La única forma de evitar esto habría sido no aplicando la reducción de jornada directamente», concluye.
De cara al futuro, Izquierda Unida apuesta por seguir reduciendo la jornada laboral y avanzar hacia modelos como la semana de cuatro días, una propuesta que ya ha sido debatida en España y que se ha implementado de forma experimental en otros países. «Si se hace bien, la productividad no tiene por qué verse afectada», sostiene Martínez. Recuerda que en países como Francia hace décadas que la jornada laboral se estableció en 35 horas semanales y que España debería seguir ese camino.
La reducción de la jornada laboral en Cantabria supone, por tanto, un avance significativo en términos de derechos laborales y conciliación familiar. Sin embargo, plantea desafíos económicos y organizativos que algunos empresarios consideran preocupantes. Mientras los sindicatos y fuerzas de izquierda celebran el cambio como un logro social, otros sectores advierten de las dificultades que podría conllevar. El debate sigue abierto, con la vista puesta en cómo se implementará y qué ajustes serán necesarios en el futuro.