«La emoción de ver el resultado final lo cura todo»
Los días 21 y 22 de mayo, el Salón de Actos de la Universidad Europea del Atlántico acogió una nueva edición del Festival de Cortometrajes, un acto consolidado en el curso académico como uno de los eventos más esperados. El principal objetivo es reconocer el talento audiovisual de los estudiantes y premiar el esfuerzo que se esconde detrás de cada trabajo.
Las inscripciones están abiertas a todos los alumnos de la universidad, ya sea en modalidad presencial o a distancia. Entre los requisitos, se establece una duración máxima de 10 minutos para los cortometrajes y hasta 20 minutos para los documentales. Se otorgaron premios en las diferentes categorías, donde los premiados fueron los siguientes:
Mejor Cortometraje, Matame cornudo.
Mejor Dirección, Matame cornudo.
Mejor Actor, A salvo.
Mejor Actriz, Santos y pecadores.
Mejor Guion, Uchafu.
Mejor Fotografía, La vie est un cirque.
Mejor Montaje, No me mires.
Mejor Sonido, El Rostro.
Además, la Universidad hizo entrega del ya tradicional Premio Especial Federico Fernández, un galardón que reconoce trayectorias destacadas en el ámbito del cine.
La estructura del festival mantuvo el formato tradicional con el que lleva trabajando las tres ediciones anteriores. El primer día estuvo dedicado íntegramente a la proyección de los cortos seleccionados, dónde familiares y amigos acudieron a ver las retransmisiones. El segundo día se reservó para la esperada gala de entrega de premios. El jurado, cuya identidad es anónima hasta el momento de la premiación, está compuesto por profesionales del sector cinematográfico. Estos son los encargados de evaluar los trabajos siguiendo criterios técnicos, narrativos y artísticos.

ORGANIZACIÓN
Gracias a los aprendizajes acumulados en ediciones anteriores, la organización ha logrado consolidar un formato eficiente y ágil, aunque persisten algunos retos. Helena Garay, directora del festival, destaca que uno de los principales desafíos sigue siendo lograr una alta implicación por parte del alumnado, tanto como participantes como asistentes: “El verdadero éxito del festival radica en que los estudiantes lo sientan como suyo, que se animen a participar, a estar presentes y a valorar el trabajo de sus compañeros”.
La gala estuvo nuevamente conducida por Paula Díaz-Velázquez, estudiante de la Universidad, quien aporta un toque dinámico y cercano con un estilo espontáneo. “Nos mandan una escaleta para saber qué hacer, pero nosotros escribimos nuestros propios guiones y los ensayamos mucho para que todo salga bien”, comenta Paula.
Además, como ya es tradición, el evento incluyó una actuación sorpresa. Si el año pasado fue un concierto musical, este año la apertura estuvo a cargo de The Lab Dance Studio, que llenará el escenario de ritmo y energía. Patricia Pellón, una de las bailarinas, afirma que le gustó mucho la idea de mezclar dos artes que cuentan historias pero de manera diferente.

DE ALUMNOS A CINEASTAS
Dos testimonios de esta edición reflejan dos puntos de vista diferentes. La constancia de quienes repiten año tras año y la ilusión de quienes debutan por primera vez.
Daniela Calleja, veterana del evento con tres años de participación, ha ido evolucionando junto con su equipo. “Empezamos en primero sin saber mucho y ese primer año no ganamos nada. Pero el año pasado nos premiaron por Perdona que te moleste, lo que nos animó mucho a seguir”. Asegura que ya es una tradición participar, y destaca el orgullo que sienten al ver su trabajo proyectado en pantalla grande.
«Siempre gusta que reconozcan tu trabajo, especialmente cuando crees en él y sabes cuánto esfuerzo lleva detrás”, aclara Daniela Calleja, participante del festival
La alumna recalca la importancia de visibilizar el trabajo de los demás y el tuyo propio, ya que con los errores de uno mismo y el trabajo de los demás puedes sacar diferentes conclusiones. Aunque el proyecto se lleva a cabo por el equipo de trabajo, agradecen la orientación de los docentes así como la retroalimentación que reciben durante el proceso.
Por su parte, Lia representa la otra parte del evento. Es su primer año en el festival y su participación fue impulsada por su profesora Helena, quien les animó a mostrar su trabajo fuera del aula. “Queríamos que nuestro corto llegara a más gente”, comenta. Lia valora muy positivamente el proceso, incluso en los momentos más complicados asegura haber disfrutado cada día hasta la fecha del estreno, superando los imprevistos que iban surgiendo.
“Rodamos con mucha antelación para que no se nos acumulara todo al final. Así pudimos compaginarlo mejor con los exámenes”. En cambio, la veterana Daniela, asegura que es bastante agobiante para la persona que se encarga de la posproducción, pero que el resultado final vale la pena.
El Festival de Cortometrajes no es solo una celebración académica, sino una verdadera gran oportunidad para quienes sueñan con una carrera en el cine, la comunicación o las artes visuales. Los estudiantes encuentran en este evento una plataforma para dar el primer paso hacia el mundo profesional.
“Queremos visibilizar el trabajo de calidad que se hace en las aulas, premiar el esfuerzo, y ofrecer un espacio donde los estudiantes puedan proyectarse hacia su futuro profesional”, afirma Helena Garay, directora del evento