«El papa León XIV sabrá unir a una Iglesia dividida y devolverla a su labor pastoral»

Probablemente el padre Robert Roy (Kerala, 1974) sea la persona residente en España que mejor conoce a su tocayo Robert Prevost, ahora papa León XIV, y es que el nuevo sumo pontífice no solo le ordenó sacerdote en su India natal hace veinte años, sino que estuvo conviviendo años junto al entonces prior de la Orden Agustiniana en la residencia de la congregación en Roma.
El padre Roy atiende a La Voz del Norte desde un salón parroquial de Los Agustinos de Santander, donde llevaba tres meses de paso ayudando en labores parroquiales y escolares antes de partir a Valladolid, la localidad donde llevaba viviendo seis años, con mucho pesar ya que, según confiesa, “me he enamorado de Santander”, los mismos que lleva residiendo en España tras haber viajado por medio mundo. En un castellano casi perfecto, nos describe a León como “un hombre bueno, humilde y cercano” que está seguro de que será un buen papa “gracias a sus valores agustinianos”. Durante la entrevista, marca distancia con Francisco asegurando que el gran reto que debe afrontar León será “separarse de la imagen más política de su antecesor y centrarse en la labor pastoral”. “La política es para los políticos, no para la Iglesia”, sentencia.
¿De dónde viene tu relación con el papa?
La primera vez que le conocí fue en 2004. El papa, entonces, era nuestro prior general de la Orden de San Agustín. Nos visitó en India para participar en nuestra ordenación sacerdotal. Allí estuvo diez días conviviendo con nosotros, hablando con cada uno para conocer nuestras inquietudes.
Unos meses más tarde, fui a Roma para terminar mis estudios de Teología; allí fue cuando conocí realmente a Prevost. Vivíamos casi en la misma casa, y nos encontrábamos muchas veces, aunque él pasaba largas temporadas viajando por todo el mundo como prior.
La relación continuó después, porque yo volví a la India, donde me nombraron superior de los Agustinos en ese país, lo que me obligaba a viajar continuamente al Vaticano para participar en las diferentes reuniones.
«En Roma, Prevost y yo vivíamos casi en la misma casa, y nos encontrábamos muchas veces»

¿Cómo le describirías?
Como una persona muy cercana, humilde y sabia. Eso lo pude comprobar cuando, como he comentado, se nos acercaba a hablar con todos sin hacer ninguna distinción de rango en el trato pese a ser nuestro superior. Se acercaba a hablar con cualquier fraile.
Además, se notaba su sabiduría porque estaba especializado en Derecho Canónico y, aun así, nos hablaba mucho de la espiritualidad de San Agustín, lo que me sorprendía porque no era su campo.
«Era una persona cercana, humilde y sabia. Hablaba con todos sin distinguir el rango»
León XIV es el primer papa que tenemos de origen estadounidense, pero también le podemos considerar peruano por su arraigo con el país. ¿Con qué nación se sentía más identificado?
Con Perú mucho más. Siempre nos hablaba de Chiclayo (la ciudad peruana donde vivió más de dos décadas); de hecho, cuando dejó de ser prior general en 2013, se negó a volver a EE.UU., pese a que era su destino natural. Quería volver a Perú a toda costa para continuar viviendo y evangelizando a las comunidades más pobres, que eran con quienes realmente se sentía más feliz y realizado, algo que consiguió ya que Francisco le nombró obispo de Perú.
Además, nuestro nuevo papa es diferente. Ya sé que puede ser un estereotipo, pero no tiene esa arrogancia que normalmente pensamos de los estadounidenses. Además, es un país complejo porque dentro de la minoría católica siempre ha habido mucha división entre progresistas y conservadores.
«Se sentía más identificado con Perú que con EE.UU.»
¿Te sorprendió su nombramiento?
Durante los años en los que estuve conviviendo con él en el Vaticano, desde luego que no me lo imaginé porque eso es difícil hacerlo. Sabía que llegaría lejos, probablemente a obispo, pero no a santo padre.
Pero ahora no me sorprendió, le tenía de hecho entre mis favoritos para ser elegido, pese a que la prensa apenas le mencionaba. Y es que en estos últimos años ascendió muy rápido dentro de Roma y el papa Francisco lo había puesto al frente del Dicasterio de Obispos, encargándose de las designaciones de todos los cardenales, a los que conocía estrechamente. Además, la Iglesia buscaba como sucesor de Francisco a un pontífice que sirviera de puente entre los progresistas y conservadores, tradición y modernidad, algo que León combina perfectamente.
«León XIV Combina perfectamente tradición y modernidad uniéndo a progresistas y conservadores»
¿No llegaste a situar por delante al cardenal Tagle, que era de los nombres que más sonaban?
En ningún momento. Conociendo un poco cómo funciona el Vaticano, yo estaba seguro de que Tagle no saldría. Y no solo porque así se cumplía esa máxima que dice “el que entra al cónclave como papa, sale cardenal”, sino porque era un perfil que no encajaba con ese papel y la visión que se quería dar a un pontífice. Era demasiado progresista, más incluso que Francisco en algunos temas, y lo que se buscaba desde hace tiempo era un perfil más de transición. En cambio, sí que veía al cardenal Pietro Parolin, un perfil que tenía muchos adeptos desde mis tiempos en Roma y que además era italiano. La clave de su descarte fue su punto negativo, que apenas tenía experiencia pastoral, sino que era un perfil más diplomático.
Y aquí desde el colegio, ¿Cómo vivisteis el nombramiento de un papa agustino?
Pues como un gran acontecimiento, no solo por ser compañero y conocido nuestro, sino porque eso significa que liderará a nuestra Iglesia con los valores agustinianos de fraternidad, comunidad y unión con los hermanos.
Además, a pesar de ese rápido ascenso que venía experimentando, lo que le llevó a mudarse dentro del Vaticano, siempre ha estado cerca de nuestra congregación. Visitaba constantemente nuestra casa de los Agustinos en Roma para comer, rezar y jugar al tenis, su deporte favorito, en el que ganaba a cualquiera –risas–.
¿Pero a pesar de ser papa podrá seguir haciéndolo en sus ratos libres?
Es muy difícil, vendrá alguna vez, pero no habitualmente, por el tema de la seguridad, algo que no le permitirá estar a solas con los hermanos como lo ha hecho siempre. Él, cuando era cardenal, tenía la costumbre de terminar su oficio en las estancias vaticanas y terminar el día en nuestra residencia, a la que venía siempre andando. Ahora eso será imposible, aunque sé que le gustaría. Sobre todo los martes, que es cuando el Papa tiene el día libre, y seguro que se sentirá solo y aburrido en los palacios del Vaticano –se ríe–.
«Le encantaba visitarnos en Roma y jugar al tenis con nosotros, ahora lo tendrá más complicado»
¿Cuáles son los principales retos que crees que tendrá que afrontar el papa León como cabeza de la Iglesia Católica?
Principalmente, solventar esas diferencias entre progresistas y conservadores que están presentes en muchos ámbitos de la Iglesia Católica –algo que ya se vio en el proceso del cónclave–, sobre todo en Europa, donde cada vez se están introduciendo unas posturas occidentales que chocan con los ideales que debe defender nuestra Iglesia.
Pero, sobre todo, lo que veo más importante es establecer una labor únicamente pastoral, evitando un papado que se involucre en temas políticos y diplomáticos que no tienen que ver con esos retos que afrontaremos. El papa es un pastor del Evangelio, no un político.
Entonces, el papa, porque es estadounidense, tiene la posibilidad de acercar un poco más a la gente. Eso es importante. Y luego, ser transparente con la financiación.
«El papa es un pastor del Evangelio, no un político».
Francisco era dado a pisar todo tipo de charcos… La prensa siempre tiende a encasillar ideológicamente a los papas con cada posición que toman. Pero es cierto, el papa Francisco en temas políticos se involucró bastante, algo que, según me consta, incomodaba mucho a los cardenales.
La labor de nuestro santo padre debe ser defender a los pobres según los ideales de nuestra religión, y con el tema de los inmigrantes, refugiados y desastres humanitarios sí que es necesario involucrarse como forma de apoyo a los desfavorecidos.
En asuntos más internos de los países y cuestiones más identitarias, que están en contra de los principios de la Iglesia, como el matrimonio homosexual o el aborto, no hay que meterse. La política hay que dejársela a los políticos.
«El papa Francisco en temas políticos se involucró bastante, algo que, según me consta, incomodaba mucho a los cardenales. En asuntos internos de países y cuestiones identitarias no hay que meterse»

El legado del papa Francisco
Entiendo que no estás muy de acuerdo con esa impronta progresista que aportó Francisco…
Esa afirmación de que Francisco dejó un legado progresista no recoge que el camino hacia la apertura y modernización social de la Iglesia lo inició el papa Benedicto XVI. Pero sí que es de destacar como labor suya la apertura de investigaciones contra los casos de pedofilia y la defensa y atención que prestó a grupos más humildes y marginales, algo que sin duda perdurará.
Con lo que no estoy del todo de acuerdo es con renunciar radicalmente a algunas de las tradiciones de la Iglesia, como es que el papa dé la misa en latín, algo unido a otros gestos que contribuyó a alejar de la Iglesia a los fieles más tradicionales que hay por todo el mundo.
«Benedicto XIV realmente abrió el camino hacia la apertura de la Iglesia».
Tenía la imagen de León como un pontífice transitorio entre el conservadurismo teológico de Benedicto y el progresismo de Francisco.
Es una imagen difundida por la prensa occidental, que constantemente apoya esos valores que comentaba, como la eutanasia o el divorcio, que van en contra de la doctrina de la Iglesia. El papa Francisco fue más tibio con esas cuestiones sobre las que los periodistas preguntan constantemente al pontífice que esté. En cambio, Benedicto, cuando tenía que hablar de estos temas, sí que defendía nuestra doctrina, algo que no es ni progresista ni conservador, sino apoyar los ideales del catolicismo.
¿Insinúas que la prensa occidental está sujeta a intereses ajenos?
Es la realidad. En la India, los medios están fuertemente controlados por el poder, y yo antes de venir aquí hace seis años pensaba lo contrario, que en Occidente la prensa es plenamente plural. Sin embargo, me he dado cuenta de que todos los grandes medios responden a un patrón que, aunque suene radical, pretende destruir el cristianismo de Occidente.
«Aunque suene radical, los grandes medios pretenden destruir el cristianismo de Occidente».
¿Entonces Benedicto XVI fue tu papa preferido?
Sin duda. Realicé mi doctorado sobre la labor teológica de Benedicto, leyéndome sus más de cincuenta obras. Allí se demuestra que no es ni mucho menos conservador, sino que es un hombre tremendamente bueno y solidario, más humilde incluso que Francisco, que no respondía a esa imagen de alguien frío que se transmitió durante su papado.
De hecho, cuando él dirigía la oración desde el balcón de San Pedro, la plaza estaba llena, nunca se había visto tanta gente congregada para escuchar a un Pontífice, ni con Francisco ni con Juan Pablo II. Y es que Benedicto tenía algo especial, y es que se dejaba guiar por el Espíritu Santo.
¿No consideras como un logro ese legado de una Iglesia global que dejó Francisco mediante su labor evangelizadora?
Yo esa labor no la percibo tan extensa como se cuenta.
El error en materia internacional que cometió Francisco, aparte de involucrarse excesivamente en la política de los países, fue centrar sus viajes y discurso principalmente en Latinoamérica –su región de origen–, que era donde se sentía más cómodo, ya que de Asia y África tenía unos conocimientos diplomáticos y de la situación del catolicismo más limitados, cosa que considero negativa porque debió centrarse más en aquellos continentes pobres donde el cristianismo está instaurado y los pocos que lo practican son perseguidos.
«El error en materia internacional del papa Francisco fue centrarse en Latinoamérica y obviar lo demás por desconocimiento»
En Asia estuvo por varios países…
Pero no es lo mismo, porque hacer un viaje como papa apenas te da experiencia. Tú ves las cosas, a la gente, pero nadie te habla de sus problemas abiertamente. En un viaje oficial vas con toda la seguridad, una agenda cerrada, y no tienes esa posibilidad de contacto.
Ese conocimiento se adquiere antes de llegar a papa, cuando tienes esa libertad. Y Francisco apenas salía de Buenos Aires durante su época como arzobispo.
En cambio, el Papa León aprovechó el anonimato para viajar sin esas limitaciones. A nosotros en Kerala nos visitó en 22 ocasiones. Era como un turista más, lo que le dio la oportunidad de hablar con la gente normal, visitar lugares, probar la comida local en la calle…
Los entresijos vaticanos
¿Y cómo es la vida en el Vaticano? ¿Tan caótica y misteriosa como se cuenta?
–Se ríe– Hay demasiada literatura sobre eso.
No, el problema es que hay muchos departamentos. Por ejemplo, de Doctrina de la Fe, Secretaría de Estado, la Congregación de Evangelización… Y cada uno tiene un presidente o un jefe que es un cardenal. Y cada cardenal tiene una personalidad distinta.
Y entonces, hay la posibilidad de tener un poco de fricción, un poco de dificultad entre ellos. Es posible, por ejemplo, en la misma familia de cuatro personas, que cuatro piensen de distintas maneras. Eso existe también en el Vaticano, como vimos con el cardenal Becciu, al que Francisco apartó del cónclave antes de su muerte por haber cometido presuntas irregularidades financieras.
«Dentro del Vaticano existen fuertes divisiones ideológicas»
Hablando de financiación, ¿Consideras que esas presuntas irregularidades con el Banco Vaticano es uno de los principales problemas internos que León deberá afrontar?
Sin lugar a dudas. Pero no son unas irregularidades que se hayan cometido conscientemente en la mayoría de los casos, sino que al final ningún cardenal es experto en cosas de financiación. Porque nosotros no estudiamos normalmente la financiación, sino ramas humanistas como teología, filosofía, psicología…
Esa, efectivamente, será una de las grandes tareas de León XIV: adaptarnos al mundo moderno para ser más transparentes. Algo que en el ámbito financiero ya trató de hacer Francisco. Conocer lo que es un código SWIFT. La Iglesia no puede seguir funcionando con estructuras opacas del siglo XIX.
«La Iglesia no puede seguir funcionando con estructuras opacas del siglo XIX».
Bueno, el nuevo Papa es matemático de carrera…
–Se ríe– Sí, la verdad que es una excepción que se notará en el rigor.
Con Francisco cayeron las donaciones económicas de estadounidenses a la Iglesia…
Es cierto. Al final, con la gran división ideológica entre católicos que existe allí –que en su mayoría se puede decir que priman los conservadores–, no se veían con buenos ojos las medidas más políticas y rupturistas con la tradición del Papa Francisco, lo que supuso un daño para las cuentas vaticanas. Porque EE. UU. es un país rico, los católicos de allí proceden en su mayoría de familias pudientes, y es cierto que, pese a ese aumento de la transparencia contable, se ha dejado de donar. El nuevo Papa, al ser norteamericano, tiene más posibilidades de reconectar con ellos.
El catolicismo en la India
En tu país, la India, es difícil ser católico porque es un país en el que hay diferentes cultos, ¿no?
Sí. El catolicismo es minoritario. Mucho.
Apenas somos el 2 %, 3 % de la población, dicen ellos. Eso no estoy seguro, porque India es muy complicada, muy pluralista. Depende de la región, hay diferencia en la situación, por ejemplo, de persecución en el norte con los fundamentalistas hindúes.
En algunos lugares es muy difícil ser un cristiano. La única excepción es Kerala, mi estado, con un 20 % de creyentes, debido a que existe la tradición de que Santo Tomás vino allí a evangelizar.
«La India es un país muy complicado para ser católico»
Bueno, te dejo que en breve vuelves a Valladolid.
Sí, me da pena, porque en estos pocos meses que llevo en Santander, en el colegio y en esta parroquia, me he sentido muy acogido y acompañado. En verano volveré a mi país, pero en septiembre espero volver a Cantabria.
A modo de resumen, ¿Se puede estar tranquilo con el nuevo papa?
Sin ninguna duda. Veremos cómo enseguida empezará a realizar las mejores acciones tanto de Benedicto como de Francisco. La Iglesia se enfrenta a una era de múltiples dificultades, si es que en algún momento ha dejado de tenerlas, y no había nadie mejor como el cardenal Prevost para afrontarlas.