El vino contado por quienes lo hacen posible
La Rioja es la primera zona vitivinícola de España. Un puesto que ocupa desde hace años y que se basa en una larga y consolidada historia. El cultivo de la vid y la elaboración de vino ya era una realidad hace más de dos mil años, y esto se mantuvo durante la Edad Media. La importancia económica de la viticultura en La Rioja, tiene su origen cuando estos vinos comienzan a ser empleados como productos de mercado.
En 1787 se crea la Real Junta de Cosecheros para contribuir a la mejora de la calidad de los vinos y mejorar la comercialización con los mercados del norte. Su principal objetivo fue construir y mejorar las infraestructuras necesarias para unir los pueblos vinateros riojanos con Vitoria y con el puerto de Santander.
Pero no sería hasta la segunda mitad del XIX cuando el vino riojano inició el camino que le daría su fama actual, introduciendo nuevos métodos de elaboración y la fundación de sus bodegas. En 1991, la Denominación de Origen Rioja se convierte en la primera de España en ser reconocida como Denominación de Origen Calificada Rioja, marcando el inicio de un nuevo periodo de expansión y empuje del sector vitivinícola riojano.
Pascuala del Pozo, recuerda cómo se realizaba la vendimia en su juventud, cuando su padre era agricultor. Las uvas se recogían con un corquete (una herramienta con forma de media luna) y se cargaban en carros tirados por caballos. Estos carros contenían camportillos, donde se almacenaban los racimos que luego se transportaban a grandes cestos de madera llamados lagos. Allí, las uvas se pisaban manualmente y el mosto salía por un agujero hacia una gran fregadera, desde donde se recogía finalmente en garrafones.
“Recuerdo que las prensas eran manejadas por trabajadores, iban dando vueltas y la uva se prensaba”, Pascuala del Pozo.
BODEGA COOPERATIVA SAN ESTEBAN
La Bodega San Esteban (Murillo de Río Leza, La Rioja) es la primera cooperativa vinícola española en La Rioja, fundada en 1953 por 16 socios diferentes. Esta bodega tiene sus viñedos entre la Región de los Valles de Leza y Jubera, a diferentes alturas, para dar a sus vinos una gran diversidad. En 2010 nace la marca Tierras de Murillo.
A lo largo de los años, la bodega se ha sometido a varias ampliaciones y modernizaciones para no quedarse atrás respecto a las nuevas bodegas. La última ampliación (2020) incluyó la incorporación de tecnología para la producción del vino, una nave para la crianza en barrica y una nave de producción y embotellado.
Félix Peciña, desde 1996, ha sido un rostro conocido en la Cooperativa San Esteban. Tras una breve pausa en 1997 para cumplir con el servicio militar, retomó su puesto en 1998 y desde entonces no ha dejado de trabajar en las distintas áreas de la bodega.
Con una experiencia de más de 25 años, el trabajador conoce al detalle cada rincón del proceso de elaboración del vino, aunque su día a día cambia constantemente. “Atendemos al público, preparamos pedidos, limpiamos depósitos, hacemos filtraciones… No hay una rutina fija”, explica.
«Uno de los momentos más críticos en mi trayectoria fue un accidente con una manguera que provocó el vaciado total de un depósito de vino, fue un auténtico desastre». -Félix Peciña, trabajador de la Bodega.
La época de vendimias es, sin duda, la más exigente del año. Félix describe un proceso muy riguroso para garantizar la calidad del producto final. “Se recogen muestras de las uvas por parcelas para determinar el punto óptimo de maduración. Cuando se alcanza el grado alcohólico deseado, se inicia la vendimia”, detalla. Cada remolque que llega se analiza y clasifica según variedad, procedencia y calidad, y se asigna a un depósito específico.
Durante los días de encubado, se homogeniza el contenido del depósito y se toman muestras para definir qué productos añadir, siempre bajo las indicaciones del enólogo. “Es un proceso muy técnico, donde cada decisión influye directamente en el sabor y la calidad del vino”, subraya.
El testimonio de Peciña refleja el esfuerzo silencioso de quienes hacen posible que cada botella de vino llegue con excelencia a la mesa del consumidor. Su conocimiento acumulado y su compromiso diario son parte esencial del alma de la Cooperativa San Esteban.
Aitor Pinillos, que durante cuatro años desempeñó el turno nocturno de la Bodega Cooperativa San Esteban, relata en lo que consistía sus horas de trabajo. Su jornada comenzaba con una revisión exhaustiva del estado en que el turno de día dejaba las instalaciones: motores en funcionamiento, codos para los remontados bien colocados y sin fugas.
A lo largo de la noche se realizan controles cada cuatro horas, depósito por depósito, asegurándose de que el vino se mantuviera a la temperatura adecuada. Esta variaba según el tipo de vino y el tiempo que llevaba en fermentación.
Al inicio de la vendimia, la uva debía reposar en los depósitos. Con el avance del proceso, comenzaba el remontado, una técnica esencial que consiste en extraer el líquido de la parte baja del depósito y bombearlo a la parte superior. Así se evita que el vino se compacte y se favorece una mejor extracción de aromas y sabores.
Cuando el enólogo consideraba que el tiempo de maceración había concluido, el vino era extraído mediante mangueras, quedando en el depósito solo los pellejos y las pepitas. Estos restos se enviaban a la prensa para obtener el llamado vino prensa, aprovechando hasta la última gota del fruto.
BODEGA PACO GARCÍA
La Bodega Paco García nació en 1999 en Murillo de Río Leza, fundada por Francisco García y Julia Pablo. En 2008, su hijo Juan Bautista asumió la dirección, y dos años más tarde, la incorporación de Ana Fernández marcó un punto de inflexión en la trayectoria del proyecto. Hoy, Juan Bautista lidera la gestión y Ana Fernández está al frente del marketing y la exportación, formando un tándem clave en el crecimiento y consolidación de esta empresa familiar.
Cuando Ana llegó, la empresa estaba un poco desorientada, no tenía un objetivo claro, pero el suyo fue crucial: profesionalizar la estructura y dar el salto al exterior. Decidió apostar por el negocio, y con la experiencia previa en tres empresas se puso al frente de varias funciones como administración, la web y visitas guiadas, entre otras.
El inicio, aunque desafiante, no fue del todo difícil gracias a la calidad de los vinos elaborados por Juan Bautista. “Tuvimos suerte, el vino gustaba y no había tanta competencia ofreciendo vinos afrutados como los nuestros”, explica Fernández. Su red de contactos y una imagen atractiva facilitaron la rápida aceptación, tanto a nivel nacional como internacional.
Hoy, Bodega Paco García se considera una bodega media, produciendo unas 350.000 botellas anuales, con una división equilibrada entre el mercado español y el exterior. Exportan a países como Suiza, Alemania, Reino Unido, Asia, Puerto Rico, Panamá y Perú. “Antes de la pandemia, China era nuestro principal cliente, pero el mercado cambió mucho desde entonces”, señala.
El impacto del COVID-19 supuso uno de los mayores desafíos: “La hostelería estaba cerrada y no se vendía nada. Tuvimos que reinventarnos con una gama de productos más orientada al mercado asiático”. A pesar de los reveses económicos, la empresa logró mantenerse a flote gracias al esfuerzo colectivo y a una inversión constante. “Al principio ni siquiera había dinero para pagar buenos sueldos. Todos apostamos fuerte por el proyecto”, recuerda.
El equipo actual cuenta con nueve empleados, y otras cinco personas en oficinas. La organización se basa en reuniones periódicas, con una estructura clara liderada por Juan Bautista en la parte técnica y nacional, y Ana en el ámbito internacional. Además de las reuniones con el personal de la empresa, cada semana se organiza una extensa reunión con los responsables de exportación, ventas y planificación.
Consciente del aumento de los costes, Fernández defiende el valor del vino de calidad: “No hay nada barato que sea buenísimo. Subimos precios porque subieron los costes, pero el consumidor que aprecia el vino está dispuesto a pagar por algo bueno”. Mirando hacia el futuro, Ana Fernández se muestra orgullosa del camino recorrido:
“Ver una botella de Paco en una mesa en otro país es una gran satisfacción, ha merecido la pena”. – Ana Fernández, una de las dueñas de la empresa.
Algo que comparten ambas bodegas es el compromiso y la colaboración con los bares de su pueblo. Ángela Gómez, encargada del Bar Piscinas en Murillo de Río Leza, afirma la buena disposición de ambas empresas. En el caso de la Bodega Paco García, la encargada contacta por teléfono con Ana Fernández, y esta envía a una persona a llevarles el pedido. En cambio, en el caso de la Bodega Cooperativa San Esteban, el día de reparto son los viernes por la mañana. “En el caso de la Cooperativa tengo que llamar para pedir palés en vez de cajas, la gente bebe mucho vino del año”, afirma Ángela.
EL JOVEN AGRICULTOR QUE APUESTA POR EL CAMPO COMO FORMA DE VIDA
De vendimiador a elaborador, el trabajador que transforma su cosecha en vino artesanal
Con solo 24 años, Ricardo Ruiz representa el relevo generacional en el mundo agrícola. Dejó los estudios a los 17 años para trabajar en el campo y, a los 19, se dio de alta como autónomo y se integró como joven agricultor. Hoy es el socio más joven de la Bodega Cooperativa San Esteban, donde trabaja junto a su padre, quien le transmitió el amor por la tierra desde que era niño.
Criado entre viñas, olivares y cereales, Ricardo tiene claro que su vocación está en el campo. “Es un trabajo muy duro”, reconoce, pero su entrega y dedicación hace que todo sea más fácil. Su labor abarca cultivos como la vid, el olivo, el almendro, el cereal y la producción de aceite.
El calendario agrícola de Ricardo está marcado por un ritmo constante de tareas. La vendimia, que se inicia entre mediados de septiembre y principios de octubre, es el único momento en que contrata personal para recibir ayuda. A partir de ahí, se suceden sin descanso otras faenas: el laboreo de las viñas, la recogida de la oliva en noviembre y diciembre, y la poda durante el invierno. En marzo, bajan los alambres de las viñas y aplican herbicida para controlar las malas hierbas. En julio llega la cosecha del cereal y los tratamientos, y en agosto la recolección de almendros.
En época de vendimias, si todo va bien en torno a 20 días el trabajo está hecho. Los kilos de uva dependen del estilo de vendimia de cada uno, en el caso del agricultor, recolecta aproximadamente 30.000 kilos diarios.
Además de su trabajo diario, Ricardo, también elabora su propio vino de forma artesanal, por ahora como un hobby que comparte en cenas con amigos, aunque no descarta profesionalizarse en el futuro con una marca propia. Su proceso sigue los pasos tradicionales: primero deja fermentar la uva, permitiendo que el azúcar se convierta en alcohol; luego la prensa y realiza una doble fermentación. El vino resultante se guarda en depósitos de acero inoxidable, siempre llenos, para evitar que se oxide o se pique.
Su compromiso y conocimiento del oficio, hacen que el joven agricultor sea un claro ejemplo de futuro para el campo. Pero, Ricardo, aclara que actualmente los costes de producción son grandísimos y casi no hay beneficio, llegando a trabajar incluso con pérdidas.
«Es duro ver cómo pones todo de tu parte para que luego se rían de ti». -Ricardo Ruiz, joven agricultor.
“Muchos no abandonamos por amor propio y vocación, pero si esto sigue así más tiempo nos obligarán a dejarlo”. -Ricardo Ruiz, joven agricultor.