Cantabria ante el espejo: Debilidades, Amenazas, Fortalezas y Oportunidades de una región en plena transformación
Cantabria está en plena transformación, esa es la conclusión que destacan la veintena de expertos consultados de diferentes empresas, colegios profesionales, asociaciones, universidades, ONGs… con los que La Voz del Norte ha tenido la oportunidad de contactar. Una transformación que no está siendo exenta de dificultades (déficit de suelo industrial, falta de empresas potentes, éxodo de talento joven, burocracia, falta de transporte…) pero en la que se puede extraer que ante cada adversidad, el tejido productivo de la región tiene una respuesta positiva (apoyo a las PYMES, creación de startups, grandes infraestructuras como el Puerto, futuros proyectos industriales, ventajas fiscales, calidad de vida, desestacionalización del turismo…).
Bajo cinco ejes fundamentales —Transporte e infraestructuras, Medio ambiente, Desarrollo social, Economía y Gobernanza—, este análisis DAFO de Cantabria desde una visión global revela sus potencialidades y también los desafíos que debe superar para posicionarse como una región global relevante en el mapa económico y social de España y Europa durante las próximas décadas.
1. Transporte e infraestructuras: nuevas inversiones y el problema de los trenes
Fortalezas: Cantabria cuenta con una red de infraestructuras en constante evolución, destacando el Puerto de Santander y la inversión en nuevas terminales Ro-Ro y de contenedores, claves para impulsar el comercio internacional y el transporte marítimo. Además, las ayudas al transporte público han fomentado su uso, promoviendo una movilidad más sostenible y accesible.
Debilidades:
Las infraestructuras ferroviarias siguen siendo una asignatura pendiente: lentitud, obsolescencia y falta de competitividad. Además, la movilidad aérea es limitada, con escasas conexiones nacionales e internacionales, lo que restringe la movilidad tanto de pasajeros como de mercancías. A esto se suman problemas de absentismo laboral en el sector del transporte y dificultades para el relevo generacional en empresas familiares.
.Oportunidades:
El desarrollo de La Pasiega como nodo logístico e intermodal ofrece una gran ventana de oportunidad para atraer empresas logísticas y crear nuevas rutas de transporte. Asimismo, la electrificación y digitalización del transporte, junto con el auge del turismo, podrían reforzar el dinamismo del sector.
Amenazas:
El alza en los precios de la energía, la escasez de conductores y la competencia de regiones limítrofes con mejor conectividad ponen en riesgo la competitividad del sector. La burocracia también actúa como freno para el desarrollo de nuevos proyectos.
Expansión del Puerto y ayudas al transporte público
En el frente de las fortalezas, destaca la evolución del Puerto de Santander, que alcanzó en 2024 el récord de 7,2 millones de toneladas transportadas. Además, las inversiones en nuevas terminales Ro-Ro (carga rodada) y de contenedores reflejan una clara apuesta por posicionar a Cantabria como nodo logístico de referencia en el norte peninsular. Este desarrollo no solo refuerza la capacidad portuaria, sino que abre la puerta a nuevos tráficos y empresas que requieren infraestructuras modernas y competitivas.
El gobierno regional también ha apuntado hacia una movilidad más sostenible. Las ayudas públicas al transporte han impulsado su uso, favoreciendo una alternativa más ecológica y accesible frente al vehículo privado, lo que ha supuesto un aumento de viajeros, especialmente los jóvenes, que debido a este fácil acceso cada vez confían más en esta opción para sus desplazamientos.
El lastre ferroviario y aéreo
Pero junto a los logros, aparecen las ya conocidas carencias estructurales. El ferrocarril, históricamente postergado, sigue siendo una de las grandes asignaturas pendientes. La lentitud del servicio, el estado obsoleto de las líneas de cercanías —los famosos trenes que no cabían por los túneles— y un AVE que, vistos los últimos retrasos en las obras de Palencia, no se espera como mínimo para antes de 2040, hacen que Cantabria acumule años de retraso respecto a otros territorios en materia ferroviaria —es, junto a La Rioja, la única comunidad española donde no hay construido ni un solo kilómetro de Alta Velocidad.
A esta debilidad se suma la limitada conectividad aérea. El aeropuerto Seve Ballesteros de Santander, pese al récord de pasajeros alcanzado en 2023, ha visto reducidas parte de sus conexiones tanto nacionales como internacionales, con una fuerte caída del 8,9 %, debido en parte a las sanciones impuestas a Ryanair —la compañía que más vuelos aportaba a Parayas— a nivel nacional, lo que además supuso un jarro de agua fría para un aeropuerto que aspiraba a convertirse en la base de operaciones de la compañía irlandesa para el norte de España. Esta situación no solo afecta al flujo de turistas, que a pesar de eso se mantiene en aumento, sino también a las empresas que dependen de una movilidad ágil para operar con normalidad, algo que podría solucionar el aumento de los vuelos con Madrid y Barcelona que ha empezado a implementarse.
La renovación de la flota de cercanías, comprometida por el Ministerio de Transportes para el año que viene; el incremento de las rutas aéreas; los fondos europeos para la electrificación y aumento de la flota de autobuses públicos; y la construcción y mejora de carreteras iniciadas por el Gobierno de Cantabria serán factores decisivos para que en los próximos años Cantabria deje de ser considerada una región de segunda en materia de transporte.
La Pasiega: una oportunidad estratégica
Frente a este panorama mixto, surgen oportunidades que pueden marcar un punto de inflexión. La creación de infraestructuras clave como el polígono logístico e intermodal de La Pasiega, ya en marcha y cuya finalización está prevista para 2027, representa una apuesta ambiciosa para atraer inversión, generar empleo y consolidar nuevas rutas de transporte que integren carretera, ferrocarril y puerto. Su desarrollo completo podría situar a Cantabria en el mapa de los grandes hubs logísticos del norte de España, favoreciendo el tráfico de mercancías del Puerto de Santander.
Principales amenazas a este desarrollo
Pese a esos proyectos esperanzadores, la realidad es que actualmente el sector del transporte en Cantabria enfrenta problemas internos que complican aún más la situación: altos niveles de absentismo laboral y dificultades para el relevo generacional en las empresas familiares, que controlan el sector de los autobuses cántabros.
Además, tal y como señalan con resignación desde el sector, el encarecimiento de la energía impacta directamente en los costes operativos del transporte, mientras que la escasez de conductores y la competencia de comunidades vecinas, con mejor conectividad y mayores incentivos, ponen en riesgo la posición de Cantabria como destino logístico.
La burocracia también actúa como freno para la ejecución de nuevos proyectos. La lentitud administrativa y la falta de coordinación entre instituciones retrasan inversiones clave, generando incertidumbre entre los actores del sector, algo para lo que confían en la futura ley de simplificación administrativa, de la que se hablará más adelante.
Cantabria avanza en la modernización portuaria y el impulso al transporte público, pero arrastra graves carencias ferroviarias y aéreas que limitan su conectividad y competitividad
2. Medio ambiente y cambio climático: el hidrógeno verde como gran oportunidad
Fortalezas:
Cantabria ha desarrollado un compromiso creciente con la sostenibilidad, apoyado en certificaciones ambientales, colaboración con clientes y proveedores para productos más sostenibles, e inversiones en energías renovables, como la fotovoltaica. La región también cuenta con recursos naturales valiosos y un entorno que favorece una vida de calidad.
Debilidades:
Persisten desafíos estructurales: altos costes de depuración, pérdida de conocimiento técnico con las jubilaciones, baja eficiencia en procesos productivos y dificultades para cumplir con estándares ambientales cada vez más exigentes. Todo ello se suma al impacto de los procesos industriales sobre el medio.
Oportunidades:
La transición ecológica ofrece una vía de crecimiento económico. Cantabria puede liderar proyectos en energías limpias (como hidrógeno o amoniaco), compensación de huella de carbono y movilidad sostenible. Además, puede aprovechar fondos europeos para modernizar su tejido productivo.
Amenazas:
El cambio climático introduce incertidumbre en la calidad de materias primas y en los procesos productivos. A esto se suman las normativas medioambientales cada vez más estrictas, que si bien impulsan la mejora, también suponen una carga regulatoria difícil de asumir para muchas pymes.
El hidrógeno verde, una apuesta por la sostenibilidad
La región ha mostrado en los últimos años un compromiso creciente con la sostenibilidad ambiental. Empresas y administraciones han comenzado a integrar criterios ecológicos en sus estrategias, apoyándose en certificaciones ambientales, nuevas formas de colaboración con clientes y proveedores para el desarrollo de productos más sostenibles, y una firme apuesta por las energías renovables, con especial énfasis en la energía eólica y la explotación de nuevas fuentes como la planta de hidrógeno verde previstas para Solvay y los terrenos de Sniace, algo que repercutirá positivamente en la reconversión sostenible de la industria en una cuenca del Besaya siempre afectada por los niveles de contaminación de sus fábricas.
Todo ello se ve reforzado por un entorno natural envidiable: una geografía que favorece hábitos de vida saludables y que constituye un verdadero activo tanto para la población como para el desarrollo de sectores como el turismo o la agroindustria.
Falta de eficiencia y competitividad
Pese a los avances, Cantabria arrastra importantes debilidades que amenazan con convertirse en grietas que amenazan a este modelo. Los elevados costes de depuración de aguas siguen siendo una carga significativa para las arcas públicas y las empresas, especialmente en zonas industriales. Además, la jubilación de personal técnico especializado está generando una preocupante pérdida de conocimiento, difícil de reemplazar en el corto plazo.
La baja eficiencia de muchos procesos productivos y las dificultades para adaptarse a normativas medioambientales cada vez más estrictas reflejan un desfase entre los objetivos ambientales y la realidad operativa del tejido industrial cántabro. A ello se suma el impacto persistente de ciertas actividades industriales sobre el entorno, una contradicción que cuestiona la viabilidad de una sostenibilidad real sin una modernización profunda.
Además, desde los colectivos animalistas y ecologistas se denuncia la falta de ayudas para paliar el abandono animal, sin una red pública de albergues que los acoja, dependiendo de la voluntad y las escasas subvenciones a las asociaciones. También, se debe destacar que las proyecciones del gobierno de Buruaga de construir seis nuevos parques eólicos chocan con la oposición mayoritaria de los vecinos de localidades cercanas, un caso que ya se vio con una gran manifestación contra la planta de biogás de Hazas de Cesto.
Reconversión y fondos europeos
Pese a estas sombras, la transición ecológica ofrece a Cantabria una oportunidad única para reinventarse. La región podría posicionarse como líder en sectores emergentes como la producción de hidrógeno verde o amoniaco, elementos clave en el nuevo mapa energético europeo. También existe un importante margen de desarrollo en iniciativas de compensación de huella de carbono, así como en el impulso de una movilidad sostenible que reduzca la dependencia del vehículo privado.
Los fondos europeos Next Generation y otros instrumentos de financiación internacional suponen un respaldo vital para acometer estas transformaciones. Si se canalizan adecuadamente, pueden servir no solo para mejorar las infraestructuras medioambientales, sino también para digitalizar procesos, innovar en sectores tradicionales y generar empleo verde de calidad.
Presión normativa
El cambio climático, sin embargo, añade una capa de complejidad e incertidumbre a este escenario. Las alteraciones en el clima afectan directamente a la calidad y disponibilidad de las materias primas, alterando la planificación de procesos productivos y afectando a sectores como la agricultura, la pesca o la industria agroalimentaria.
A ello se suma la creciente presión normativa, de la que se quejan los actores implicados. Las nuevas exigencias ambientales, aunque necesarias para garantizar un futuro sostenible, se convierten en una carga difícil de asumir para muchas pequeñas y medianas empresas, que carecen de recursos para adaptarse con la rapidez que exigen las normativas. Sin apoyo técnico, asesoramiento y acceso a financiación, estos sectores se enfrentan al riesgo de que una parte del tejido empresarial quede rezagado.
La región ha apostado por la sostenibilidad y las energías limpias, aunque persisten desafíos técnicos, industriales y sociales que dificultan una transición ecológica real
3. Desarrollo social y calidad de vida: entre el bienestar y la fuga de talento
Fortalezas:
Cantabria ofrece una elevada calidad de vida, entorno natural atractivo y un coste de vida más bajo que grandes núcleos urbanos. Esto la convierte en un lugar ideal para nómadas digitales y profesionales que buscan equilibrio entre trabajo y vida personal. Además, cuenta con instituciones educativas como la Universidad de Cantabria que generan talento en ciencia y tecnología.
Debilidades:
Falta infraestructura clave para atraer población cualificada: colegios internacionales, espacios de trabajo modernos y una oferta de ocio diversa con una cultura más presente en el Palacio de Festivales que en la calle. La falta de oportunidades laborales lleva a la fuga de talento joven hacia otras comunidades más . La situación de la sanidad con el aumento de las listas de espera y la falta de profesionales es otro motivo de preocupación
Oportunidades:
La región puede posicionarse como un destino para teletrabajadores, startups y centros de innovación si logra mejorar su conectividad y su oferta de servicios. El auge de nuevos modelos laborales basados en la deslocalización juega a su favor.
Amenazas:
La fuerte competencia de otras regiones con mejores infraestructuras y políticas activas de atracción de talento supone un riesgo para el crecimiento demográfico y el dinamismo social. Sin una estrategia decidida, Cantabria podría quedar rezagada.
Impulso del teletrabajo, desarrollo rural e instituciones de prestigio
Cantabria se perfila como un enclave privilegiado para quienes buscan calidad de vida sin renunciar a la conectividad con el mundo. Su entorno natural, la tranquilidad de sus ciudades y pueblos, y un coste de vida inferior al de los grandes núcleos urbanos convierten a nuestra región en un destino atractivo para nómadas digitales, profesionales en remoto y emprendedores que valoran la tranquilidad y conectividad que ofrecen las zonas rurales. A ello se suma un activo estratégico: la presencia de empresas generadoras de empleo y desarrollo, junto a instituciones educativas de prestigio como la Universidad de Cantabria, que forma cada año a cientos de jóvenes en disciplinas clave como la ciencia y la tecnología, convirtiéndose, junto al fuerte auge de la FP, en un actor fundamental en captación y creación de talento.
Falta de equipamientos y un ocio orientado al turismo con demasiadas trabas
Sin embargo, Cantabria arrastra carencias que limitan su capacidad para consolidarse como polo de atracción de talento y que conviene resaltar. La falta de infraestructuras clave —como colegios internacionales o espacios de trabajo modernos y bien equipados— dificulta la llegada de profesionales cualificados y familias procedentes del extranjero o de otros puntos del país. La oferta cultural, aunque no faltan espacios, profesionales ni asociaciones, es inferior a la de otros puntos de España, con un Palacio de Festivales que algunos colectivos locales tachan de infrautilizado y unas trabas burocráticas que dificultan la captación de unas subvenciones culturales que escasean al estar más orientadas al sector turístico y hostelero, y dificultan la puesta en marcha de nuevos proyectos de ocio para la gente local.
A esto se suma la escasez de oportunidades laborales estables, lo que impulsa a muchos jóvenes formados en la región a marcharse en busca de horizontes profesionales más prometedores.
Además, la situación sanitaria de Cantabria, con un aumento cada vez mayor de las listas de espera quirúrgicas —180 días de media— y las deficiencias en la gestión de las ambulancias y los consultorios rurales, repercuten negativamente en lo que a calidad de vida se refiere.
Auge del teletrabajo
Pese a estas dificultades, Cantabria tiene ante sí una ventana de oportunidad: el auge del teletrabajo, que ya se nota en las zonas despobladas, con unos nuevos habitantes jóvenes que, atraídos por la calidad de vida y los paisajes que ofrece la región, además de generar dinamismo económico, contribuyen a paliar la despoblación y la elevada media de edad existente. Si logra mejorar su conectividad, reforzar su infraestructura tecnológica y diversificar su oferta de servicios, Cantabria podrá posicionarse como un destino atractivo para startups, centros de innovación y nuevos proyectos empresariales que no requieren estar anclados a grandes capitales.
En este ámbito de emprendimiento, se debe resaltar el papel de la FP, que curso tras curso supera el récord de estudiantes matriculados y que, gracias a diversos programas como el «Sello Empresa-FP”, contribuyen a dar un mayor dinamismo al mercado de trabajo al contar con cualificación, realizar prácticas laborales desde el principio y asegurar el relevo generacional.
El riesgo, no obstante, es quedarse atrás. Otras comunidades autónomas ya están apostando decididamente por captar ese talento itinerante, con políticas activas, incentivos fiscales y una infraestructura más robusta. La competencia es feroz, y sin una estrategia clara y coordinada, Cantabria podría ver cómo se agravan fenómenos ya preocupantes como la pérdida de población joven, el envejecimiento demográfico y la ralentización del dinamismo económico. En un escenario donde el talento es la nueva riqueza, el desafío está en saber atraerlo… y retenerlo.
El papel de la Universidad de Cantabria: talento e innovación frente a la competencia
En este escenario de cambio, la Universidad de Cantabria (UC) desempeña un papel estratégico. Aunque su tamaño y peso en el conjunto del sistema universitario español es menor que el de otras instituciones más consolidadas, y debe competir con la proliferación de universidades privadas, la UC se posiciona como un motor clave para la captación y retención de talento en la región.
Su firme apuesta por la innovación se refleja en la amplia red de centros de investigación asociados, que abarcan desde energías renovables hasta tecnologías aplicadas a la sostenibilidad. Esta infraestructura investigadora no solo fortalece el tejido académico, sino que establece puentes efectivos con el sector productivo, generando sinergias entre conocimiento y desarrollo económico.
Además, su participación activa en alianzas internacionales como la red EUNICE permite a la Universidad de Cantabria ganar visibilidad global y ofrecer a sus estudiantes oportunidades únicas de formación, intercambio y colaboración científica. La internacionalización es, sin duda, uno de los grandes vectores del futuro universitario cántabro y una herramienta potente para evitar la fuga de cerebros que tanto ha lastrado a la región en las últimas décadas.
Amenazas en un entorno de incertidumbre económica
No obstante, los riesgos son evidentes. El cambio climático no solo altera ecosistemas y eleva la frecuencia de fenómenos extremos, sino que también introduce una fuerte incertidumbre en la disponibilidad y calidad de materias primas, afectando directamente a los procesos productivos locales.
Asimismo, el endurecimiento de las normativas ambientales, si bien responde a la necesidad urgente de actuar, puede convertirse en una carga difícil de asumir para muchas pymes, sobre todo en ausencia de apoyo técnico y financiero adecuado. Esta tensión entre necesidad regulatoria y capacidad de adaptación empresarial será un obstáculo si no se aborda con políticas inteligentes y acompañamiento institucional.
La sanidad, el gran caballo de batalla
La sanidad pública en Cantabria enfrenta serias dificultades que afectan gravemente la calidad y accesibilidad de los servicios. Las listas de espera se han disparado en todos los niveles, desde la atención primaria y especializada hasta las cirugías, con demoras que superan los seis meses. Muchos centros de salud, especialmente en zonas rurales, carecen de personal médico, dejando a amplias áreas sin cobertura sanitaria adecuada.
El acceso a medicamentos esenciales es otro problema creciente, con frecuentes desabastecimientos y una cobertura insuficiente que deja a muchos pacientes sin los tratamientos necesarios. Además, según señalan los profesionales involucrados, el transporte adaptado resulta claramente insuficiente para las personas con discapacidad o dependencia, limitando su autonomía.
Por otro lado, las asociaciones que apoyan terapias y programas sociales sufren recortes en las ayudas públicas, junto con trabas burocráticas que dificultan la gestión y continuidad de sus proyectos.
Cantabria ofrece alta calidad de vida y entorno atractivo, pero la falta de servicios e infraestructuras limita su capacidad para atraer y retener talento joven
4. Desarrollo económico y competitivo: un ecosistema que busca escalar
Fortalezas:
El tejido empresarial cántabro está impulsado por PYMEs con alto compromiso con la innovación, sostenibilidad y responsabilidad social. Además, hay una red emergente de colaboración entre universidades, centros tecnológicos y clústeres como TERA o Ascentic. El Puerto de Santander, el nuevo cable submarino y la apuesta por la I+D ofrecen ventajas competitivas diferenciales. Además, el fortalecimiento y desestacionalización turística está creando empleos y repercutiendo desivamente en el desarrollo económico.
Debilidades:
La región carece de grandes empresas tractoras que generen ecosistema, y su mercado tecnológico es pequeño y poco desarrollado. Esto limita la movilidad profesional y hace difícil la atracción y retención de talento. A esto se suma una baja visibilidad exterior y limitaciones en el acceso a financiación para el crecimiento empresarial.
Oportunidades:
Los fondos Next Generation y las políticas de especialización inteligente permiten apostar por nichos estratégicos como salud, energía, agroalimentación o inteligencia artificial. Además, hay espacio para atraer empresas externas con una oferta adecuada de suelo industrial y apoyo institucional.
Amenazas:
La dependencia de subvenciones y el crecimiento de mercados internacionales más competitivos (Asia, Europa del Este) plantean serias amenazas. También lo hace la inflación energética, la ineficiencia administrativa que retrasa inversiones clave y la fuga de talento hacia regiones con mayores incentivos laborales.
Las PYMEs: el gran motor de la economía regional
Uno de los pilares que sustentan la economía cántabra es el dinamismo de sus PYMEs, que han demostrado una notable capacidad de adaptación y compromiso con los valores que definen la economía del siglo XXI: innovación tecnológica, conciencia ambiental y responsabilidad social corporativa. A esta base empresarial se suma una red creciente de colaboración entre universidades, centros de investigación y clústeres estratégicos, como TERA (orientado a tecnologías avanzadas) o Ascentic (especializado en el sector TIC), que empiezan a consolidar sinergias capaces de generar valor añadido.
En paralelo, infraestructuras clave como el Puerto de Santander, con potencial logístico de primer nivel, y proyectos tecnológicos de gran calado —como la instalación de un nuevo cable submarino de conectividad de alta capacidad— otorgan a la región una ventaja competitiva en áreas emergentes vinculadas al comercio internacional y la economía digital. La apuesta por la investigación y el desarrollo (I+D) también empieza a calar en el entramado regional, abriendo la puerta a una nueva cultura empresarial más tecnológica y global.
El turismo como factor determinante
Si se habla de desarrollo económico y competitividad, es imposible obviar el turismo en una región como Cantabria. El sector turístico está en auge, acumulando récord tras récord, y en 2024 por primera vez ya aportó más al PIB regional que la industria. Resulta positivo cómo los profesionales del sector resaltan que una mayor desestacionalización —aunque a un ritmo más lento de lo que gustaría— produce que los empleos asociados a la hostelería y el turismo dejen de ser temporales y ganen en estabilidad.
Como factor negativo, la ausencia de un decreto que regule los pisos turísticos, cuyo número se ha disparado en los últimos años, perjudica de forma evidente a los propietarios de hoteles y alojamientos con licencia.
Un ecosistema sin empresas tractoras ni volumen
No obstante, el camino hacia una economía más competitiva presenta dificultades de calado. La ausencia de grandes empresas tractoras —capaces de arrastrar cadenas de valor, atraer inversiones y retener talento— es una de las principales debilidades del modelo cántabro. Esta carencia impide consolidar un verdadero ecosistema industrial con proyección, dificultando también la movilidad profesional dentro del territorio.
El tamaño reducido del mercado tecnológico regional y su escaso grado de madurez impiden que muchas ideas innovadoras prosperen o escalen con rapidez. Además, la región arrastra una baja visibilidad exterior, lo que limita su capacidad de atraer inversión y talento especializado, al tiempo que los profesionales jóvenes cualificados se ven seducidos por las ofertas más amplias y atractivas que llegan de otras ciudades como Madrid, Barcelona, Málaga o Valencia, donde se dedican más recursos a la captación de empresas, talento e innovación.
Oportunidades con las TIC como referencia
Pese a estos desafíos, las oportunidades que se abren para Cantabria en la presente década son significativas. La llegada de fondos europeos Next Generation y la aplicación de políticas de especialización inteligente (RIS3) brindan la posibilidad de orientar inversiones hacia sectores estratégicos como la salud, la energía verde, la industria agroalimentaria o la inteligencia artificial, todos ellos con potencial de desarrollo e internacionalización.
Además, el territorio cántabro cuenta con un parque industrial aún subexplotado, que podría convertirse en un atractivo para empresas externas si se acompaña de una oferta adecuada de suelo, incentivos fiscales y apoyo institucional real. Este tipo de estrategia permitiría reforzar la estructura productiva regional sin perder el foco en la sostenibilidad ni en la digitalización, pilares clave del nuevo modelo económico europeo. Además, el mercado laboral cántabro tiene una demanda cada vez mayor en profesionales formados en las TICs, un perfil que a las empresas les resulta difícil de captar por esa fuga a otras regiones y cuyas empresas demandan un mayor soporte financiero.
Riesgos estructurales y contexto global
En el capítulo de amenazas, se alerta sobre que la dependencia estructural de las subvenciones públicas puede convertirse en un freno si no va acompañada de proyectos sólidos y viables. Además, la competencia creciente de mercados nacionales e internacionales más ágiles y competitivos presiona a las empresas locales para ganar eficiencia, productividad e innovación.
La inflación energética golpea especialmente a industrias intensivas en consumo, mientras que la ineficiencia administrativa y la burocracia siguen dificultando la puesta en marcha de inversiones clave y la ejecución ágil de proyectos estratégicos. Unos factores que pueden frenar la ambición empresarial cántabra si no se articulan reformas estructurales que permitan operar con mayor rapidez y seguridad jurídica.
Un potencial que hay que facilitar
Cantabria se mueve en un terreno de oportunidades y desafíos. Su ecosistema empresarial, aunque aún pequeño y con escasa proyección exterior, posee ingredientes valiosos para dar un salto cualitativo en competitividad: talento, voluntad de innovación, infraestructuras clave y tejido colaborativo. Pero el éxito dependerá de su capacidad para generar volumen, atraer empresas tractoras, movilizar inversión privada y crear un entorno favorable al emprendimiento.
Un tejido empresarial innovador y en colaboración con centros tecnológicos contrasta con la falta de grandes empresas, la escasa visibilidad exterior y la dificultad para atraer inversión
5. Gobernanza y administración: entre la voluntad política y la burocracia
Fortalezas:
Existe voluntad institucional para transformar el modelo productivo regional. Iniciativas del Gobierno de Cantabria y SODERCAN están fomentando la digitalización, la sostenibilidad y la creación de ecosistemas de innovación.
Debilidades:
Persisten las dificultades en los procesos de tramitación de proyectos, lentitud administrativa y falta de coordinación interinstitucional. Todo ello frena el desarrollo de iniciativas empresariales y la captación de inversiones externas.
Oportunidades:
Una administración más ágil y coordinada puede actuar como catalizador del desarrollo económico a través de una nueva Ley de Simplificación Administrativa y la Agenda Digital. Las colaboraciones público-privadas y los marcos de gobernanza participativa pueden ayudar a definir una hoja de ruta clara y compartida por los actores del territorio.
Amenazas:
El abuso de entidades públicas como operadores económicos y la inseguridad regulatoria generan desconfianza entre los inversores. Además, sin una administración moderna y orientada a resultados, Cantabria corre el riesgo de quedar rezagada frente a otras regiones más dinámicas.
Una voluntad clara, pero limitada en ejecución
La administración cántabra ha mostrado señales claras de cambio. En los últimos años, se ha fomentado la creación de ecosistemas de innovación, se han impulsado programas de digitalización empresarial y se ha articulado un discurso coherente en torno a la sostenibilidad como pilar de la competitividad futura. SODERCAN, como agencia de desarrollo regional, ha jugado un papel activo en la canalización de fondos y asesoramiento técnico para empresas emergentes y sectores estratégicos.
Esta orientación estratégica es una fortaleza nada desdeñable en un contexto nacional e internacional donde las regiones compiten por atraer talento, inversiones y proyectos europeos. Sin embargo, la voluntad institucional tropieza una y otra vez con un aparato burocrático que no ha sabido adaptarse a las nuevas exigencias de rapidez, flexibilidad y cooperación.
Además, la estabilidad política de la que goza el actual gobierno autonómico en el Parlamento, que a pesar de estar en minoría ha demostrado capacidad para entenderse a la hora de legislar con los diferentes partidos de la oposición, lo cual beneficia al apartado económico al aportar certidumbre tanto a inversores como a empresarios y ciudadanos.
La burocracia como freno
Uno de los principales problemas identificados por los actores económicos de la región es la lentitud de la tramitación administrativa, especialmente en lo que respecta a permisos, licencias y gestión de ayudas. La existencia de un sistema considerado como «atrasado y poco facilitador», junto a una falta de coordinación entre instituciones públicas, está provocando retrasos considerables en proyectos clave tanto en el ámbito industrial como en el de infraestructuras.
Para las empresas, este entorno administrativo se traduce en incertidumbre, pérdida de oportunidades y, en muchos casos, deslocalización de inversiones hacia territorios donde los procesos son más ágiles. El problema no es solo técnico, sino profundamente estructural, algo que las legislaciones sobre la materia deben tener en cuenta, porque la conclusión que se extrae es que, sin una reforma profunda de los procedimientos y una profesionalización de la función pública orientada a resultados, el riesgo de parálisis se hace evidente.
Oportunidad: leyes que modernicen la administración
A pesar de estas debilidades, el contexto actual ofrece una ventana de oportunidad única. Cantabria podría convertirse en un referente de gobernanza eficiente si logra avanzar hacia una administración más moderna, eficiente y ágil en los plazos. Aquí pueden tener un buen encaje las dos recientes normativas anunciadas por el Gobierno a bombo y platillo, que se verá en los próximos años si producen los efectos deseados. La Ley de Simplificación Administrativa, para la que se creó incluso una consejería, da más poder a los ayuntamientos para agilizar los trámites a la hora de iniciar cualquier actividad empresarial y que repercuta positivamente en la relación del ciudadano con la administración, y la nueva Agenda Digital con el fin de simplificar esos procesos mediante la total digitalización de los portales gubernamentales, que hoy en día están caducos desde hace años y pueden convertirse en auténticos laberintos para el ciudadano cántabro que desee solicitar cualquier ayuda.
Asimismo, las colaboraciones público-privadas —hoy todavía infrautilizadas— pueden convertirse en herramientas clave para dinamizar sectores estratégicos como el tecnológico, el energético o el agroalimentario. Pero para que eso ocurra, es necesario que la administración deje de actuar como un simple gestor de procedimientos y se convierta en un verdadero facilitador del desarrollo económico.
Amenazas: inseguridad regulatoria y desconfianza inversora
En el otro extremo del espectro se sitúan amenazas de gran calado. El uso excesivo de entes públicos como operadores económicos, en lugar de como facilitadores neutrales, está generando distorsiones en el mercado y cierta desconfianza en el sector privado. A ello se suma la inseguridad regulatoria, con normativas que cambian con frecuencia y sin claridad, lo que no solo ahuyenta a esas inversiones nacionales e internacionales que ya se comentaba, sino que crea trabas en los municipios, donde los interventores locales ven como el proceso de contratación de jóvenes que garanticen el relevo, se ve dificultado .
Este contexto podrá dejar a Cantabria en clara desventaja frente a regiones que ya han iniciado profundas transformaciones de su aparato público, como País Vasco o Navarra, donde los ecosistemas de innovación y la cooperación institucional muestran una madurez muy superior.
La voluntad institucional tropieza una y otra vez con un aparato burocrático que no ha sabido adaptarse a las nuevas exigencias de rapidez, flexibilidad y cooperación
Así está el panorama, de todas estas opiniones recabadas, queda claro que Cantabria tiene en sus manos los recursos, el entorno y la voluntad necesarios para convertirse en un territorio competitivo y sostenible. Sin embargo, necesita superar trabas estructurales, reforzar sus infraestructuras y atraer además de retener, talento e inversión. La clave está en pasar de la reflexión a la acción, aprovechando las múltiples fortalezas con las que cuenta la región e intentar librarse de aquello que suponga un freno para su crecimiento.