“Cada vez se jubila menos gente, así que las oposiciones pasarán de ofrecer muchas plazas a muy pocas”
Aníbal Millán tiene claro desde niño que su vocación está en las vías. A sus veinte años se encuentra inmerso en el proceso formativo para convertirse en maquinista, una profesión que, según cuenta, no solo le apasiona por su vinculación familiar con Renfe, sino también por las buenas condiciones laborales y estabilidad que ofrece.
“El trabajo de maquinista tiene unas condiciones muy buenas y un salario estable. Además, gran parte de mi familia ha trabajado en Renfe, así que es una empresa que conozco desde dentro”, explica. Como él, cientos de jóvenes inician cada año un proceso formativo que consta de dos fases: seis meses de teoría y unos tres o cuatro de práctica, antes de enfrentarse al examen de la Agencia Estatal de Seguridad Ferroviaria (AESF), que otorga la licencia oficial.

Millán se encuentra actualmente en la fase práctica del curso, aunque no ha sido un camino fácil: “Tuve que cambiar mucho mi forma de estudiar. No basta con memorizar, hay que comprender bien para adaptarte a situaciones que no están en el manual”. Tampoco fue sencilla la decisión de abandonar su ciudad natal para poder formarse: “En Málaga no se imparte la teoría, así que tuve que mudarme a León.
Según explica, no es hasta año y medio o dos años después del inicio del curso cuando, si todo va bien, uno puede obtener una plaza como maquinista. “Después del examen, toca esperar a la oposición para entrar en Renfe. Si la pasas, lo normal es que te manden a una gran residencia, como la de Barcelona, sobre todo si eres joven y menor de 30 años”.
Relevo generacional
La jubilación masiva de profesionales en los últimos años ha abierto un periodo de acceso relativamente fácil a la empresa pública, pero Aníbal advierte que esa situación tiene fecha de caducidad. “Cada vez se jubila menos gente, así que las oposiciones pasarán de ofrecer muchas plazas a muy pocas”.
A lo largo del proceso, también ha percibido ciertas diferencias culturales en torno a su futura profesión. “En León todo el mundo sabe lo que es un maquinista y cuánto dura el curso. En cambio, en Málaga hay mucho desconocimiento. Hay poca cultura ferroviaria”. Esta brecha también se traduce en la percepción social de los maquinistas, que varía entre respeto y desinformación, según la región.
En cuanto a la presencia femenina en el sector, Aníbal no duda en señalar la desigualdad: “En mi clase éramos un 80% hombres y un 20% mujeres. No entiendo por qué, ya que es un trabajo muy cómodo para ambos”.
A pesar de los desafíos, Millán anima a quienes se estén planteando este camino: “Nunca es tarde para intentar hacer una profesión que te gusta”.