Santander cambia de calles
Vecinos y comerciantes denuncian «falta de previsión» ante el inminente cambio del callejero
16 son las calles de Santander con reminiscencias del franquismo que, en el pleno del 24 de abril, a la vuelta de la Semana Santa, cambiarán de nombre, así lo ha decidido el Ayuntamiento tras el ultimátum lanzado por el fiscal de Derechos Humanos de Cantabria, Carlos Yáñez, que tras 18 años de parálisis en los que el Ayuntamiento alegaba que «se querían evitar molestias a los vecinos”, dará cumplimiento a la Ley de Memoria Democrática.
En las calles, los vecinos tienen opiniones divididas entre a los que les parece una “tontería ideológica”, los que se muestran indiferentes diciendo que “los cambios son mínimos y habrá que acatarlos” y aquellos que critican las molestias y la “falta de previsión”, ya que tendrán que cambiar el nombre de la calle en bolsas, facturas, envíos postales y cartelería con apenas dos semanas de antelación. En contraste, desde colectivos memorialistas como la librería La Vorágine, ven estos cambios “necesarios pero poco ambiciosos”.
El recorrido que realiza «La Voz del Norte” por algunas de esas 16 calles, comienza en la calle Montejurra -llamada así en honor a los sucesos de Montejurra entre carlistas y franquistas-, una plazoleta que se encuentra a un lado de Cuatro Caminos y, allí nos encontramos a José Manuel, dueño del Bar El Campeador, que, cuestionado por si esta modificación afectará de alguna manera a su negocio, reconoce que no era consciente de la ordenanza: “no lo sabía, lo dejaré igual”, “afectará más a los de Camilo Alonso Vega y General Dávila, que son muchos números”, considera. Mucho más tajantes son dos vecinas que se encuentran sentadas en un banco de la calle esperando al taxi: “es una tontería ideológica, son personas de las que nadie se acuerda”, afirma una de ellas, mientras que su acompañante asiente con la cabeza y tacha estos cambios de “absurdos”.

Enfado en Camilo Alonso Vega
Esa es la tónica general que encontramos durante la subida por la extensa calle Camilo Alonso Vega, que cambiará el nombre del que fuera militar y alto cargo del régimen de Franco por el del célebre poeta santanderino José Hierro, algo que a un grupo de tres vecinos jubilados que apuran el vino del mediodía en el Café Travelling les resulta “indignante y muy incómodo para los negocios», «pero también para nosotros”, “en el portal de mi casa -el número 16- aparece grabado el nombre de la calle Camilo Alonso Vega y ahora lo tendrá que cambiar la comunidad”, afirma Emilio, resignado. Sus dos compañeros coinciden y admiten no saber quién se hará cargo del cambio en las direcciones postales. Una opinión que también comparte Chema, que trabaja como repartidor para varios supermercados de la zona y, además de no entender estos cambios en el callejero, se queja porque afectarán significativamente a su trabajo. “Todos los papeles y las facturas de los pedidos tendré que cambiarlas, pero es lo que toca”; aun así considera que él y todos los comerciantes seguirán llamando a estas calles “con el nombre de toda la vida”. No menos afectados se encuentran Ana y Antonio, que regentan Marián Moda, una tienda de ropa llegando ya al final de la calle: “lo de los tiques de compra al final es lo de menos”, tendremos que cambiar el nombre de la calle en todas nuestras bolsas, algo que saldrá muy caro y de lo que el Ayuntamiento nos ha notificado de un día para otro”, «es una faena», señalan.
«Es indigante e incómodo para los negocios, tendremos que cambiarlo todo».

General Dávila, la más afectada
Al llegar al final de la cuesta, se deja Camilo Alonso Vega para llegar a una de las principales arterias de Santander: el Paseo del General Dávila, nombrado así en honor a Fidel Dávila, que lideró a los nacionales en la liberación de Santander y es la calle más grande de la ciudad con 330 portales y numerosos comercios. Las molestias que puede causar aquí se hacen patentes en el ánimo de los vecinos y comerciantes, como por ejemplo un residente que se encuentra comprando en una papelería de la zona y que, tras echar en un inicio la culpa al Ayuntamiento, recula al darse cuenta de que la orden procede de la fiscalía: “es una tropelía que se ha hecho sin consultar a nadie y de la noche a la mañana y todo por personas de las que nadie se acuerda y ya llevan muertos décadas”. El nombre de esta calle se cambiará por otro menos polémico como es el de Paseo de Altamira, en honor al parque Altamira que se encuentra en esa zona, y en todos los comercios en los que este periodista tuvo la ocasión de entrar (carnicería, panadería y tienda de ropa), los propietarios coinciden en señalar, resignados, que “es lo que toca y tenemos que adaptarnos”, al tiempo que critican la falta de previsibilidad; aun así, reconocen que, en principio, solo les afectará a los tiques de compra y a las pantallas de algún local donde aún se refleja el antiguo nombre de General Dávila.
«Es lo que toca y tenemos que adaptarnos»

Bajando precisamente por el Parque Altamira, se llega a la otra parte de Santander, el barrio Castilla-La Hermida, que es el que mayor densidad de población concentra de la ciudad y donde habrá que cambiar un total de ocho calles que se encuentran paralelas unas de otras. Son el caso de Ruiz de Alda, por el célebre marino Juan de Santander o Zancajo Osorio, por Leonor de la Vega. “La Voz del Norte” visita Alféreces Provisionales, que en dos semanas verá su placa cambiada por la de Fray Silvestre Vélez. Allí encontramos en un banco a Paco, un vecino que se muestra en desacuerdo con la nueva denominación y critica al consistorio por “no habernos consultado a la hora de elegir el nuevo nombre”. Señala que él en su domicilio no hará ningún cambio: «quiero ahorrarme líos”, a pesar de que se verá obligado por su comunidad, algo que también afrontarán en Lamfa, un centro de estudios, donde indican que en el plazo que se les ha dado será imposible cambiar toda la documentación de su negocio y, por lo tanto, “hasta septiembre no haremos nada”.
«Se debería de haber consultado a los vecinos con más antelación»

Sí que se pondrán con urgencia en la calle paralela y una de las que más polémica ha generado ante la relevancia del personaje que le da nombre -el General Moscardó-, un vial que ahora se denominará Bernardo de Miera y Pacheco, y donde el propietario de la copistería Imprenta Gallardo opina que ya se adaptará pero está de acuerdo con el cambio: “se debería de haber hecho mucho antes”, afirma.
«Está bien, pero llega tarde»

¿Y cuál es la opinión de los expertos? Este medio ha tenido la ocasión de entrevistar a Paco Gómez Nadal, periodista, escritor e impulsor de la librería La Vorágine, un espacio cultural dedicado a promover iniciativas culturales de carácter social. Respecto al nuevo callejero, Nadal afirma que “no solo se debería de haber hecho desde 2007 cuando se aprobó la primera Ley de Memoria Histórica», sino que en vez de 16, deberían ser 30 las calles y monumentos que habría que retirar del mapa en Santander, una idea que analiza en el libro que muestra, Caminar sobre lo innombrable, editado por este colectivo, y donde se hace un inventario de todos esos lugares, a los que se sumarían otros emplazamientos que en esta orden del fiscal se quedan fuera, como son Capitán Palacios, Manuel González Mesones o Pancho Cossío. Por razones legales, ve complicado eliminarlos: “Al final esa Ley que se aprobó en el gobierno de Zapatero tenía bastantes imperfecciones y no blindaba esos primeros años de transición en los que el régimen seguía teniendo vigencia y esas personas cometieron atrocidades”.
«En vez de 16 deberían ser 30 las calles y monumentos que habría que retirar de Santander»
Remarca que “Desde La Vorágine no queremos borrar ni mucho menos la historia, sino todo lo contrario, que se estudie más a fondo y que la sociedad conozca lo que han hecho esas personas, pero se debe evitar que tengan ese homenaje de tener una calle con su nombre” y es que, según él, en los últimos años el Ayuntamiento “se ha limitado a cambiar algunos monumentos”, haciendo “trampas” con los nombres de algunas calles como es la Calle Canarias, que realmente alude al Levantamiento de Canarias, o la Plaza del Alzamiento de 1808, cuyo nombre original hacía referencia al de 1936: “además es una chapuza porque lo de la Guerra de Independencia fue un levantamiento, no un alzamiento”.
«No queremos borrar la historia sino evitar que esas personas tengan el homenaje de tener una calle»
Cuestionado acerca de las posibles razones que justifiquen la tardanza del Consistorio con este asunto, desmiente los motivos esgrimidos por la alcaldesa Gema Igual, quien señalaba que se evitaba hacerlo para causar las menores molestias posibles a los vecinos. Para Nadal es una mera cuestión ideológica de que en Santander “siempre ha gobernado el Partido Popular y quieren mantener esa batalla cultural frente a Vox”. “Nunca cambiarían estos nombres por gente de la República, por ejemplo” y es que, según cuenta, el Ayuntamiento en todos estos años se ha limitado a eliminar algunos monumentos, obviando lo importante. Además, señala a “la judicatura conservadora de este país” como parte del problema al no querer imponer este tipo de órdenes.
Participación vecinal y mujeres
A la hora de hablarle de las quejas mostradas por gran parte de los vecinos, dice que «realmente les va a afectar lo mínimo», ya que considera que «hoy en día está todo automatizado» y, en la mayoría de los casos, «lo asume el propio Ayuntamiento». Sí que coincide con los comerciantes en la ausencia de diálogo con Asociaciones de Vecinos y colectivos memorialistas a la hora de poner la nueva denominación: «se ha optado por personas desconocidas que generen poca polémica, entre las que apenas hay mujeres». Algo en lo que coinciden los grupos de la oposición cuestionados, como es el caso del PRC que denuncian «la ausencia de participación vecinal» y, a pesar de que consideran que ahora mismo » la ciudad tiene problemas más urgentes», reclaman que el cambio de calles es necesario, por lo que proponen un listado de 30 hombres y mujeres relevantes de Santander y Cantabria.
«A los vecinos y comerciantes les afectará lo mínimo, hoy en día está todo automatizado»

Así las cosas, pese a la división de opiniones, tanto a vecinos como a comerciantes, no les quedará otra que adaptarse ante esta modificación inminente de una parte importante del callejero urbano. Veremos si esta vez será la definitiva.