Cantabria se mueve por sus bosques
En los últimos años, Cantabria ha visto crecer un movimiento juvenil que se ha convertido en motor esencial para la protección del medio ambiente. Asociaciones como Bosques de Cantabria, SEO/BirdLife Campoo-Los Valles y la Red Cántabra de Desarrollo Rural han desarrollado programas de voluntariado que conectan a los jóvenes con la naturaleza, fomentando no solo la acción directa sobre el territorio, sino también el aprendizaje, la conciencia ambiental y el arraigo comunitario. Lo que comenzó como una iniciativa puntual hoy es un fenómeno social con impacto tangible, tanto para el entorno natural como para la juventud que lo habita.
Carlos Sánchez, coordinador de actividades de Bosques de Cantabria, explica que el voluntariado juvenil no es solo una colaboración más, sino “una pieza clave en la estructura y funcionamiento” de la asociación. Desde su creación, esta organización ha apostado por un modelo participativo en el que los jóvenes no solo participan, sino que se convierten en “agentes de cambio”. Según Sánchez, los jóvenes “aportan energía, conciencia social y ambiental” y muestran un interés creciente que año tras año se traduce en más voluntarios que no solo contribuyen a plantar árboles o limpiar senderos, sino que se involucran en procesos de aprendizaje, crecimiento personal y vínculo con la comunidad.
En SEO/BirdLife Campoo-Los Valles, Eric Bajaña, responsable de actividades, también confirma esta tendencia y añade un matiz muy relevante: los jóvenes no solo ejecutan tareas, sino que “se convierten en auténticos embajadores de la biodiversidad cántabra”. Bajaña subraya que “vienen con una clara intención de actuar, desde la práctica y la acción directa”, aportando innovación gracias a sus formaciones en biología, ingeniería ambiental o comunicación. En su zona, ecosistemas sensibles de alta montaña y zonas húmedas se benefician directamente del compromiso juvenil, que ayuda a restaurar hábitats y a proteger especies en peligro.
David Ferreiro, responsable de voluntariado en la Red Cántabra de Desarrollo Rural, aporta otra visión complementaria: el voluntariado juvenil es fundamental para un desarrollo rural sostenible que integre la protección ambiental con la revitalización social y cultural. “Los jóvenes son agentes de cambio, dinamizadores sociales y embajadores de la sostenibilidad”, afirma, y explica que los programas que gestionan fomentan la conexión emocional y científica con el territorio, lo que genera un compromiso duradero y arraigo en las zonas rurales de Cantabria.
Los jóvenes voluntarios realizan una amplia variedad de tareas que combinan utilidad ambiental con formación práctica. En Bosques de Cantabria, Sánchez enumera algunas de las principales actividades: la reforestación con especies autóctonas como robles y hayas para restaurar zonas degradadas, el control de especies invasoras como la acacia o el plumero, y el mantenimiento de senderos para facilitar el turismo responsable. Además, instalan cajas nido y refugios para la fauna local, y organizan talleres educativos en colegios que fomentan una conciencia ambiental temprana.
La asociación también desarrolla campañas temáticas de gran impacto, como la realizada en 2023 en Liendo, con la participación de más de 200 escolares, que exploraron la flora y fauna local a través de dinámicas y juegos.
En SEO/BirdLife, Bajaña detalla que las tareas van desde la restauración ecológica, plantación, limpieza de residuos, mejora de pastizales hasta el seguimiento de aves con técnicas científicas y tecnología, como cámaras trampa y apps de ciencia ciudadana. La implicación juvenil es especialmente notable en proyectos ligados al Programa SACRE, enfocado en aves reproductoras comunes, y en iniciativas para proteger especies emblemáticas como el urogallo cantábrico. También colaboran en la organización de actividades divulgativas y el mantenimiento de infraestructuras para la fauna.
Por su parte, la Red Cántabra de Desarrollo Rural, con Ferreiro al frente, apuesta por programas que combinan ciencia, educación y acción directa. Un ejemplo es “¡Explora tu río!”, donde jóvenes analizan la calidad del agua y comprenden la salud de los ecosistemas fluviales. También realizan restauración ambiental en dunas, bosques de ribera y pastizales degradados, como la jornada en la playa de Luaña, donde eliminaron especies invasoras y reforestaron dunas. Además, fomentan el aprendizaje intergeneracional a través de actividades educativas en escuelas rurales, donde los jóvenes voluntarios actúan como mentores.
Creciendo en número y en compromiso
Los datos hablan por sí solos. En Bosques de Cantabria, la participación juvenil ha crecido un 30% en los últimos tres años, con más de 800 jóvenes menores de 30 años involucrados en 2023. Esta cifra refleja no solo un aumento en volumen, sino también una diversificación geográfica, con jóvenes de Santander, Torrelavega o incluso otras comunidades autónomas sumándose al esfuerzo.
En SEO/BirdLife Campoo-Los Valles, las cifras son igualmente reveladoras: de las 300 personas que participaron en 2023, cerca del 60% eran menores de 30 años. En proyectos más especializados, como la restauración en Alto Campoo, la demanda supera la oferta, con 75 solicitudes para 12 plazas, muchas de ellas de universitarios en busca de experiencia práctica.
En la Red Cántabra de Desarrollo Rural, más de 120 jóvenes participaron en el último ciclo de “¡Explora tu río!” y cerca de 30 en jornadas puntuales de restauración ambiental. Además, la tasa de repetición es alta: el 40% repite voluntariado y un 25% pasa a formar parte de programas más estables, señal de un compromiso que trasciende la experiencia puntual.
El impacto ambiental de estas actividades es claro y medible. Cada hectárea reforestada, cada especie invasora eliminada y cada caja nido instalada contribuyen a restaurar el equilibrio ecológico, mejorar la biodiversidad y crear corredores naturales que favorecen la fauna local. La restauración de pastizales o la limpieza de residuos también mejoran la calidad de los hábitats y mitigan riesgos como la erosión o incendios.
Pero el impacto social y personal es igualmente profundo. Los voluntarios no solo adquieren habilidades técnicas y conocimientos ambientales, sino que experimentan un cambio en su forma de ver el mundo. Muchos jóvenes confiesan que estas experiencias les han hecho replantearse sus hábitos, motivándoles a elegir carreras relacionadas con el medio ambiente o a promover iniciativas verdes en sus comunidades. Además, el contacto directo con la naturaleza tiene efectos positivos en la salud mental, reduciendo el estrés y aumentando la autoestima.
Ferreiro destaca además la importancia del voluntariado para frenar la despoblación rural, pues “la presencia de jóvenes involucrados en la naturaleza refuerza el tejido social” y abre nuevas posibilidades para el desarrollo sostenible de las comarcas.
La participación es abierta y sencilla. Bosques de Cantabria, SEO/BirdLife y la Red Cántabra de Desarrollo Rural publican regularmente sus convocatorias en páginas web y redes sociales, invitando a jóvenes de entre 14 y 30 años a formar parte de sus actividades sin necesidad de experiencia previa. La formación, el material y la seguridad están garantizados para que todos puedan contribuir de forma segura y enriquecedora.
El mensaje final que lanzan los responsables es contundente y esperanzador: la juventud cántabra tiene en sus manos la oportunidad y la responsabilidad de cuidar su entorno. Carlos Sánchez insiste: “No esperéis a que otros lo hagan”, mientras que Eric Bajaña recuerda que “cada acción suma” y David Ferreiro anima a entender que “el futuro del planeta empieza aquí y ahora”.
La protección de Cantabria con sus bosques atlánticos, ríos cristalinos y montañas, requiere de compromiso activo, conocimiento y, sobre todo, pasión por la tierra propia. El voluntariado ambiental no es solo una actividad de fin de semana; es una forma de vida que une valores, comunidad y naturaleza para construir un legado real y duradero.