La actividad del ferry se multiplica pero su impacto local aún tiene margen de mejora
El ferry que une Santander con el Reino Unido no pasa desapercibido para los comerciantes de la ciudad. Aunque hay quien sostiene que los pasajeros solo usan el barco como medio de transporte y desaparecen de inmediato, trabajadores de la zona próxima al puerto contradicen esa percepción.
Judith Velar, responsable de sala del restaurante El Italiano situado frente al atraque, lo tiene claro: “Se nota bastante cuando llegan. Aunque sea por proximidad, vienen más clientes. La llegada del ferry es básica para la subsistencia de esta calle”. Explica que no solo incrementa las visitas sino que, además, los horarios de los turistas extranjeros ayudan a equilibrar las franjas de menor actividad. “Te llenan un rango horario que habitualmente no cubrimos: comen a la una, cenan a las siete… y luego puedes volver a llenar la mesa a las nueve”. Además, asegura que son buenos clientes: “Vienen con hambre, con ganas y dejan propina, que es muy importante”.
«La llegada del ferry es básica para la subsistencia de esta calle”.
El estanco de Darío Rico también nota el efecto: “Lo notamos mucho, tanto los viajeros como la tripulación. Compran diferentes cosas, pero ambos grupos consumen”. En el Bar-Cos, Ricardo Linares lo resume con ironía: “El ferry se nota cuando se va, no cuando llega. Ahí es cuando la gente viene, come, bebe cerveza… y se queda”. Asegura que la tripulación de los barcos también es clientela fiel, y que en temporada alta se percibe claramente el aumento de actividad.
“El ferry se nota cuando se va, no cuando llega».
Desde el Hotel Bahía, Mario Fernández y María Iglesias reconocen la importancia del ferry, aunque con matices: “Suelen tener reserva previa. No notamos un pico especialmente cuando llegan, porque trabajamos con Brittany Ferries y ya está todo cerrado con antelación. Pero sí es cierto que muchos de nuestros clientes ingleses vienen del ferry”.




La empresa operadora, Brittany Ferries, lleva operando en Santander desde 1978. Iñigo Díez, del departamento vacacional, y Gonzalo Gómez, de reservas, explican que las travesías han aumentado notablemente desde entonces: “Hace años había una escala a la semana. Ahora, entre Santander y Bilbao, hay ocho semanales. Se ha multiplicado la actividad por siete”. El buque Pont-Aven, considerado el “buque insignia” de la compañía, puede albergar hasta 2.100 pasajeros.

En temporada alta, dos barcos operan desde Santander: el Pont-Aven, que conecta con Plymouth los lunes y jueves, y el Santoña, que cubre la ruta con Portsmouth los miércoles y domingos. A esto se suman los servicios desde Bilbao —con los buques que viajan a Portsmouth e incluso a Irlanda (Rosslare)— lo que ha generado cierta inquietud entre algunos comerciantes locales. Algunos creen que el puerto vizcaíno ha desviado parte de la clientela. Sin embargo, desde la propia Brittany Ferries desmienten este efecto negativo: “No se han quitado escalas en Santander, simplemente se han añadido más rutas en Bilbao. Santander mantiene su actividad intacta, e incluso ha crecido”.
Parte del flujo turístico que Brittany Ferries genera en Santander está íntimamente ligado a sus acuerdos de colaboración con la planta hotelera local. La compañía mantiene convenios con la mayoría de los hoteles importantes de la ciudad, incluyendo el Chiqui, Sardinero, Hoyuela, Silken Coliseum, Pombo y otros. Según explican desde el departamento vacacional: “Tenemos precios especiales con ellos, por debajo de los públicos, y vendemos los viajes como paquetes. El pasajero que va a Inglaterra compra el ferry con camarote, el transporte del coche y alojamiento. Siempre incluimos la travesía marítima como base, y a partir de ahí se estructura todo el paquete”.
Pero, ¿Brittany Ferries y el sector público están ligados de alguna manera? “Somos una empresa privada. Al final, con el sector público hacemos de vez en cuando acuerdos esporádicos con CANTUR, que es la empresa pública de promoción de Cantabria. Ahora mismo estamos en proceso de una colaboración con ellos para promocionar Cantabria en el Reino Unido”, explican desde el departamento vacacional. Aunque la implicación directa es limitada, este tipo de colaboraciones refuerzan el vínculo entre la naviera y la promoción turística regional.
Desde el punto de vista de la sostenibilidad, la compañía ha incorporado cambios significativos en los últimos años. “Desde hace cosa de 4 o 5 años hemos ido renovando nuestra flota para ser más cuidadosos con el medio ambiente. Hemos retirado barcos que más contaminaban y añadido nuevos buques. El primero fue el Salamanca, que usa gas licuado, y este mismo año se han incorporado dos nuevos barcos que combinan gas licuado con propulsión eléctrica”. La empresa asegura que esta renovación es clave en su estrategia a medio plazo y marca un compromiso con la sostenibilidad del transporte marítimo.

Coordinación y comunicación con los comerciantes, la clave para potenciar el impacto del ferry.
Para los negocios locales, sin embargo, el problema no es tanto el volumen de visitantes, sino la falta de previsión. Linares, del Bar-Cos, reclama más transparencia por parte del puerto: “La información está capada. Un día aparece un crucero con 6.000 personas y no te enteras hasta que están aquí. No puedes prepararte. Es como si el puerto fuera un coto privado”.
Muchos coinciden en que mejorar la comunicación con los negocios sería clave. Judith propone que desde el ferry se repartan recomendaciones locales, “algo más allá del típico mapa”. En el estanco, Dario sugiere medidas más logísticas: “Si atracan en el otro muelle, que al menos pongan autobuses hasta la estación marítima. Si no, es un lío”.
En contraste con los ferries, los cruceros —de paso más puntual— parecen tener un impacto más inmediato y visible. “El crucero se queda un día entero, la gente baja y se pasea por aquí. Riegan el dinero”, afirma Ricardo con una sonrisa.
Aun así, desde Brittany Ferries insisten en que la mayoría de sus pasajeros sí se queda en la ciudad o en los alrededores. “Existe ese falso mito de que el ferry viene, la gente se baja y desaparece, pero no es verdad. Muchos se alojan en hoteles y consumen”, asegura Iñigo.
Lo que para muchos comerciantes falta no es tráfico, sino coordinación. Santander recibe miles de turistas a través del mar cada temporada, pero su aprovechamiento económico todavía flaquea. Reforzar la conexión entre el puerto, el sector turístico y los comercios de la ciudad parece ser la clave para que el ferry, más allá de cruzar el mar, pueda conectar realmente con la vida local.