La esperanza de los jóvenes ante la realidad del Besaya
Adrián Marcos trabaja como director de comunicación de un club deportivo de la ciudad y, a pesar de que su contrato de trabajo es indefinido, sigue viviendo con sus padres. “El sueldo no da para alquilar un piso y ahorrar. Comprar, menos. Los precios son altos y la oferta, poca”, afirma. Una situación que comparten muchos jóvenes de la comarca del Besaya, donde independizarse se ha convertido en un lujo al que solo unos pocos pueden acceder.
El acceso a la vivienda es una de las mayores preocupaciones y con ello barreras, para quienes sueñan con construir su vida en Torrelavega o alrededores. “Los alquileres están carísimos y aunque el salario mínimo interprofesional ha subido, siguen estando muy por encima de lo que podemos pagar”, expresa Andrea Rodríguez, auxiliar de enfermería y madre. Ella vive con su pareja y su hijo recién nacido en casa de su abuela en el barrio La Inmobiliaria, donde, además, la sensación de inseguridad en la zona complica aún más su día a día: “Hay muy poca protección policial, da miedo salir a la calle”.
La opción de compartir piso es la única vía para muchos. Juan Arriola, entrenador y coordinador de fútbol base, comparte casa con un compañero del club: “Con mi sueldo actual no me planteo pagar un alquiler solo”. Aunque él mismo destaca que la convivencia es buena, la aspiración de tener un hogar para él solo parece lejana, sobre todo para quienes trabajan en sectores con salarios bajos o incluso inestables.

Mientras que algunos jóvenes como David Fernández logran dar el paso de comprarse su primer piso con tan solo 23 años, gracias a mucho tiempo de sacrificios personales y ahorros, la mayoría sigue viendo independizarse como un proyecto a largo plazo. “He tenido que renunciar a mucho ocio, a comprarme un coche caro… pero ahora siento que avanzo”, afirma David, transportista de Torrelavega.
A pesar de ello, la falta de oportunidades laborales estables en la comarca se lleva por delante cualquier plan de cara a futuro. “Aquí casi todo el mundo joven trabaja fuera, en Santander, Cabezón, incluso Aguilar de Campoo”, expone David. Esta percepción se repite en todas las entrevistas: empleos inestables, sueldos bajos y falta de centros que permitan a los jóvenes desarrollar su carrera sin tener que emigrar a otras ciudades, como Santander.
Marina Campo, psicóloga de 26 años y opositora, no duda: “Claro que me planteo irme fuera. Aquí las oportunidades son bastante reducidas”. Desde su experiencia, también percibe en su entorno un desánimo generalizado: “Ven que los alquileres son muy caros y que la media de independencia en España es de treinta años”. Desde luego, “no es una buena vista de futuro”, recalca.
«La vida social es tranquila, pero falta más interés en los jóvenes»
A pesar de todo, muchos jóvenes de la comarca valoran la calidad de vida que hay en la zona. “Cantabria te ofrece todo lo que tiene una gran ciudad, pero sin tráfico ni masificaciones”, dice David. Sin embargo, en el día a día, la oferta de ocio y cultura es limitada. “En Torrelavega, el ocio se basa en tu círculo de amigos y en los bares. Si quieres algo diferente, como un cine con estrenos, tienes que ir a Santander”, señala Adrián.
Juan también echa de menos más alternativas tanto culturales como deportivas. “Torrelavega apuesta por el deporte base, pero hacen falta más instalaciones y eventos para los jóvenes”. Andrea, insiste en la necesidad de mejorar los parques y espacios públicos en zonas como La Inmobiliaria: “Faltan zonas donde podamos estar tranquilos con los niños”.

El arraigo emocional hacia la comarca es muy fuerte. Todos los jóvenes coinciden en que, si fuera por el cariño, se quedarían. “Me gusta Torrelavega. Me gusta salir a dar un paseo, ver la misma gente… Aunque haya quien diga que siempre es lo mismo, a mí esta rutina me encanta”, confiesa emocionado Adrián. Juan, por su parte, también sueña con seguir trabajando en el deporte torrelaveguense: “Si puedo seguir creciendo aquí, me quedaría sin lugar a dudas”.
Sin embargo, como reconoce Cintia Varela, mujer trabajadora de treinta años con un hijo de seis, las perspectivas no siempre acompañan: “El crecimiento profesional está limitado. Muchos jóvenes tienen que abrirse puertas en otras ciudades”. Cintia, además, reconoce que si no retenemos el talento jóven y no facilitamos el acceso a la vivienda en la comarca, esta no podrá crecer, y con ello, prosperar.
Desde el Consejo de la Juventud de Cantabria, su presidente, David Sanjuan, aporta una visión más global del tema: “En la comarca del Besaya hay oportunidades en sectores como turismo, conectividad o energías verdes, pero se ha perdido mucho capital humano en la industria y el comercio local”.
En cuanto a la vivienda, es claro y conciso: “El mercado está muy masificado y la mayoría de los inmuebles son antiguos. La oportunidad pasa por construir nuevas viviendas de protección oficial”. También reconoce que muchos jóvenes deben salir fuera para crecer y posteriormente poder volver, y que no es sinónimo de fracaso: “No siempre quedarse debe ser la primera opción. Pero sí debemos facilitar que quien quiera quedarse tenga condiciones dignas: salarios competitivos y acceso a la vivienda”.
Entre todas las medidas que plantea, están las ayudas al emprendimiento, la mejora de la conectividad y la apuesta por industrias creativas y culturales que puedan dinamizar la vida juvenil de la comarca.
El futuro es de todos
A pesar de las dificultades, el futuro de la comarca del Besaya no está escrito. Las ganas de quedarse, de formar una familia e incluso, construir un proyecto de vida en su ciudad natal, siguen vivas entre los jóvenes. Pero si Torrelavega quiere ser también la elección de los jóvenes, deberá escucharlos: sueldos dignos, viviendas accesibles, formación adecuada y espacios donde se pueda crecer y disfrutar.
Porque como dicen David Fernández y Adrián Marcos: “Cantabria ofrece una vida tranquila, cómoda, pero hay que pelearla. Lo que merece la pena aquí es la gente, y eso no te va a fallar nunca”.